Sábado, 20 de Abril 2024

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- Guayaquil

Por: Jaime García Elías

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Tener que sepultar a un ser querido sin la delicadeza usual en esos casos, es triste; es doloroso. No poder sepultarlo; tener que mantenerlo en el lecho de muerte o en un ataúd, en su propia casa, durante dos o tres días…, o, peor aún, presenciar, impotentes, cómo se abandonan los cadáveres, en un ataúd o ni eso, en plena acera o a media calle, como si esa debiera ser su última morada, por la imposibilidad de realizar ese trámite con la dignidad y aun la celeridad deseables, dadas las circunstancias, es pavoroso; es dantesco.

-II-

Es posible que imágenes similares a las originadas en Guayaquil y difundidas por la televisión en todo el mundo, hayan ocurrido ya, y es probable que vayan a replicarse próximamente en otras ciudades por todo el planeta. Imágenes como sólo se habían visto en películas que recrean -“de a mentiritas”, pues- episodios de guerras o epidemias, ahora retratan una realidad aterradora que nos circunda… y nos amenaza.

Son los muertos insepultos que se encuentran por doquier, y a los que no puede verse con la misma naturalidad o indiferencia con que de ordinario se ve a los indigentes que duermen en los portales o en las bancas de los parques, y que sobreviven escudriñando en los botes de basura o merced a la caridad pública. Son los cadáveres a los que se tira al piso, se baña de gasolina y se arroja un cerillo para que ardan en plena calle…

-II-

Hoy son ellos. Mañana podemos ser nosotros.

Ya hay alarmas encendidas. Son los hospitales públicos de Ciudad de México, Ciudad Victoria, Monclova, Uruapan, etc., donde enfermeros, enfermeras, médicos y paramédicos han realizado manifestaciones de protesta por insuficiencia de suministros y camas, y de los implementos indispensables para atender a los enfermos sin que los profesionales de la salud se expongan al contagio, y donde médicos y enfermeras están pagando el precio de su profesionalismo… pero también el de las negligencias de quienes, lejos de reforzar, al aplicar recortes presupuestales con machete y no con bisturí, debilitaron el sistema sanitario del país.

Tales manifestaciones, por lo demás, se han realizado a contrapelo de las declaraciones del titular del IMSS, Zoe Robledo, el pasado 25 de marzo, en el sentido de que “está garantizado el abasto de insumos para personal médico y de enfermería que atienden directamente a pacientes sospechosos y confirmados de COVID-19”… y, adicionalmente, de las amenazas de sancionar a quienes hagan públicas esas carencias.

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