Viernes, 19 de Abril 2024

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- “Transformar” Guadalajara (I)

Por: Jaime García Elías

- “Transformar” Guadalajara (I)

- “Transformar” Guadalajara (I)

Quienes conocieron a (o, mejor aún, vivieron en) la Guadalajara que ostentaba -“¡’ai pinchemente!”, diría Juan José Doñán- el mote de “La Perla de Occidente” o años más tarde aún mereció el calificativo de “Ciudad Amable”, desearían, en efecto, que una metamorfosis portentosa le devolviera muchas de las notas distintivas de los tiempos en que la calidad de vida de sus habitantes era mejor, aun sin muchos estimables adelantos de la modernidad. Aprobarían, pues, que la misma fuera objeto de una “transformación” como la que propone alguno de los candidatos a gobernarla tras las elecciones del próximo 6 de junio.

Por supuesto, la “transformación” propuesta no pasa de ser, hasta ahora, mera frase de campaña. Hasta donde se sabe, ni siquiera quienes han tomado ese concepto como bandera, tienen una idea clara ni mucho menos han propuesto a los habitantes de la ciudad o a los potenciales electores un proyecto propiamente dicho en ese sentido.

-II-

Se impone subrayar, por lo demás, que Guadalajara, históricamente, ya ha sido objeto -¿o sería más exacto decir “víctima”…?- de varias “transformaciones”. Las tres primeras consistieron en su reubicación geográfica, hasta asentarse, en 1542, en el Valle de Atemajac.

La cuarta, significativa porque permitió “modernizar” la traza urbana del Centro Histórico, a mediados del siglo pasado, consistió en ampliar las avenidas Juárez-Vallarta y Alcalde-16 de Septiembre, e implementar la “cruz de plazas” en torno a la Catedral, según el proyecto del arquitecto Ignacio Díaz Morales y el gobernador Jesús González Gallo. Más tarde, las “carreteras” a Zapopan se transformaron en las avenidas Prolongación Américas (la vieja) y Ávila Camacho (la nueva). Posteriormente se demolieron varias manzanas e incluso la antigua Plaza de Toros “El Progreso” para meter a martillazos la Plaza Tapatía desde el Teatro Degollado hasta el Hospicio Cabañas. Se ampliaron las avenidas Hidalgo y Tolsa-Munguía (rebautizada como Enrique Díaz de León), en beneficio de la vialidad pero en detrimento de la estética. Lo mismo sucedió con las calles Escobedo, Moro y Mezquitán, demoliendo mil 150 fincas para abrir la avenida Federalismo; el Reglamento de Zonificación, Construcción e Imagen Visual que supuestamente aplicaría la Dirección de Obras Públicas Municipales no se cumplió, por lo que -como escribió Laura Zohn (EL INFORMADOR, VII-19-2008- “la imagen urbana se transformó drásticamente, contribuyendo al detrimento de la vida de barrio”.

-III-

Conclusión: en nombre del progreso, Guadalajara ya ha sido objeto de varias “transformaciones”; bien intencionadas todas, ciertamente…, pero también, en buena medida, fallidas.

(Continuará mañana.)

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