La banqueta es uno de los elementos más importantes de la ciudad. Permite una de las más esenciales funciones para los habitantes: ligar los espacios construidos entre sí, y algo aún más significativo, constituir la transición entre los ámbitos públicos y los privados.Dadas sus humildes o sencillas características, una banda de piso correctamente dispuesta de manera paralela a los arroyos de las calles, las banquetas sufren de una alta vulnerabilidad dentro de las tensiones urbanas naturales.Una de ellas es su propia manufactura. Una banqueta debe poseer las características suficientes para que sea practicable por todos los ciudadanos. Plana, de pavimento adecuado, con dimensiones suficientes, libre de todo obstáculo para su libre tránsito, siempre provista del arbolado que sus dimensiones permitan. Los equipamientos urbanos, como las redes de infraestructura para sostener cableados aéreos a través de postes deberían ser muy cuidadosamente dispuestos para tener una mínima interferencia con la circulación.En términos de relaciones humanas las banquetas constituyen el esencial lazo de encuentro entre los vecinos; lugar de intercambio cotidiano, corredores a través de los que se efectúan los primeros reconocimientos del particular entorno de cada quien, primer aprendizaje de la ciudad como un conjunto legible y apropiable.Decía un eminente urbanista brasileño, Jaime Lerner, que las banquetas son más próximas en su esencia -y tenían mayor parentesco- con las plazas que con el mismo arroyo vehicular al que bordean. Ellas son un instrumento, no por sencillo menos eficaz, para formar comunidad, para la creación de los lazos que desembocan en vecindarios conectados y solidarios.Durante décadas, en nuestra ciudad, la dignidad y el funcionamiento de las banquetas se fueron erosionando ante diversas presiones: la principal los automóviles y otros vehículos de servicios, sin contar con puestos callejeros, anuncios y un largo etcétera. Estos obstáculos, además de romper con la indispensable continuidad del área peatonal, representan peligros diversos para el peatón y demérito general en la lectura de la ciudad.Afortunadamente, autoridades municipales han llevado adelante desde hace algún tiempo una campaña para devolver su funcionalidad y su dignidad a las banquetas. Los resultados han sido notorios y se comienza así, además de cumplir el propósito inicial de rescatar las áreas para los peatones, a reforzar y reimplantar el sentido indispensable de respeto a la ciudad, a su comunidad.
