Jueves, 28 de Marzo 2024

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¿Censura o decisión editorial?

Por: Ligia García Béjar *

¿Censura o decisión editorial?

¿Censura o decisión editorial?

Quienes usamos redes sociales recordamos nuestra entrada a lo que alguna vez fue un inhóspito territorio virtual. Abrir una cuenta de MySpace, Facebook, Twitter o más recientemente, Instagram o Tik Tok, parecía ser una acción lógica: “si muchas otras personas están ahí, yo también tengo que estar ahí”. ¿En qué momento pasamos de postear fotos de comida, chistes o memes a plantearnos si las redes sociales influyen nuestros pensamientos o si éstas tienen derecho a suspender a usuarios o censurar lo que publicamos?

Hace unos días, la decisión en cadena de varias plataformas de suspender temporal o definitivamente a Donald Trump y a otros usuarios, por incitar a la violencia a través de sus redes, suscitó debates no menores sobre el rol de éstas como jueces de lo público en la esfera digital. So pretexto de este hecho, vale la pena dar algunas luces sobre un rompecabezas complejo que provoca confrontaciones y cuestionamientos sobre el papel del ecosistema digital en nuestras vidas. Espero abrir boca en este tema aportando 3 elementos de análisis relevantes:

1) ¿Las plataformas digitales son medios de comunicación? Despejar esta interrogante nos ahorraría tiempo y discrepancias. Empresas como Google, Facebook y Twitter, defienden la idea de que son compañías digitales y no medios de comunicación. Yo difiero. Si bien su argumento descansa en la idea de que sólo distribuyen contenido y no lo producen, la mera distribución de contenido ya las hace empresas mediáticas e incluso, algunas de ellas, como YouTube y Facebook ya han producido contenido original. ¿Por qué debería importarnos esto? Porque el simple hecho de distribuir contenido ya las hace responsables de tener políticas y tomar decisiones editoriales. Estas políticas existen y, de facto, las aplicaron con Trump y las han venido fortaleciendo a lo largo de las años; por tanto, sí son medios de comunicación y pueden tomar decisiones editoriales sobre el contenido que aceptan y el que no.

Las redes sociales se llegan a convertir en nuestro espejo; su uso es una extensión de nuestras comunidades físicas y calidad humana. PIXABAY

2) ¿Qué importancia tiene la esfera digital en la formación de opinión pública? Automáticamente podríamos decir que mucha; en la actualidad no se concibe la comunicación gubernamental y el activismo político sin estas plataformas y éstas plataformas, de hecho, se han beneficiado por muchos años de esta realidad. El debate político en redes sociales genera engagement, por tanto, genera usuario activos y aumenta el potencial publicitario. En este escenario considero que tanto a las empresas, como a los usuarios el tema se nos ha salido de control. Por un lado, estas compañías empezaron a tener muchos datos sobre nosotros; ese poder les dio libertad de utilizar esa información para su beneficio económico, incidiendo incluso en acciones éticas cuestionables. La promesa de internet como espacio neutral se rompió en el momento que tomaron posturas mercantiles al respecto. Los usuarios de estas redes sociales, particularmente los más poderosos, también se dieron cuenta del potencial de la “data” y muchos, incluído Trump, lo han utilizado a su favor. Las plataformas se volvieron jueces y los usuarios que han entendido el poder de la psicopolítica aprendieron a usar los datos, echando mano de fenómenos como la noticias falsas, las granjas de bots, los trolls, y demás fenómenos asociados a la arquitectura informativa en redes sociales.

3) ¿Las redes sociales deberían ser reguladas? Este es un debate en construcción. Lo natural sería empezar a tener una conversación seria al respecto. Algunos gobiernos en Europa, e incluso Estados Unidos han intentado proponer iniciativas al respecto; en algunos casos estas iniciativas lo que han hecho es desnudar la ignorancia del poder legislativo en la comprensión de cómo funcionan las redes sociales. Yo creo que tendríamos que discutir estos temas de manera conjunta entre la academia y los gobiernos. El diálogo debe estar a la altura. Será largo y difícil, pero necesitamos tenerlo.

Finalmente, es necesario recordarnos que la libertad de expresión es un derecho y a la vez una responsabilidad, que tener acceso a las redes sociales no nos hace usuarios responsables, y por tanto, nuestra actividad cotidiana en éstas debe también pasar por nuestro escrutinio individual continuo. Todos tendríamos que ser conscientes de cómo y para qué las usamos y de que al usarlas se convierten en una extensión de nuestras comunidades físicas y, por tanto, nuestra calidad humana, también se corrobora en un tuit.

* Ligia García Béjar es Secretaria de Investigación de la Escuela de Pedagogía de la Universidad Panamericana, Campus Guadalajara.
 

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