Miércoles, 24 de Abril 2024

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Corrupción: el mensaje incorrecto

Por: Diego Petersen

Corrupción: el mensaje incorrecto

Corrupción: el mensaje incorrecto

Resulta por demás desalentador que los logros en el combate a la corrupción sean meter a la cárcel a uno de los pocos funcionarios que pueden salir a la calle y ver a la cara a los ciudadanos. De Miguel Castro podemos cuestionar muchas cosas, como de cualquier otro político que haya tomado decisiones en la administración pública, pero, salvo que la Fiscalía Anticorrupción se saque de la manga un as que nadie más conoce, es lo más lejano que conozco a un político corrupto. Peor aún, está en la cárcel por violar una de por sí absurda orden de arresto domiciliario, que el juez consideró un desacato. Sin descartar la imprudencia de Castro (jugarse el desacato por ir a ver la derrota de los Charros), el problema de fondo es el mensaje. Si ese es el resultado del Sistema Anticorrupción, estamos fritos. 

La estrategia de los corruptos es y ha sido jalar a todos al lodo. Equiparar los errores o problemas administrativos con corrupción ha provocado que no haya funcionario que se salve del escarnio público. Siempre habrá un medio, página de internet o liderazgo político dispuesto a sacar el dedo flamígero para señalar el menor de los errores del enemigo para llevar la lucha por el poder a la alberca de lodo donde los corruptos de verdad se sienten como en casa.

El mensaje implícito es que todos los funcionarios son corruptos, la diferencia estriba en que hay unos más “inteligentes” (la palabra correcta es cínico) que otros y que por lo tanto como sociedad debemos aceptar que la corrupción no hay que combatirla sino administrarla. Con todo respeto a los muchísimos priistas que respeto, ese fue el mensaje subyacente con el que regresó el PRI al poder: los de otros partidos son tan corruptos como los priistas, pero los priistas repartimos; robamos, pero dejamos robar. El resultado fue letal para el mismo PRI.

Llevar el combate a la corrupción al terreno de las leguleyadas no es sino otra forma de corrupción, más perversa y dañina aún que la corrupción misma. Lo primero que tenemos que romper en el combate a la corrupción, y ese debe ser el objetivo más importante del Sistema Anticorrupción, es mandar el mensaje no solo de cero tolerancia al cohecho y a la apropiación privada de lo púbico sino, sobre todo, que desterrar la corrupción nos beneficia a todos, que no es cierto que todos los funcionarios son corruptos y que no son lo mismo problemas administrativos, que habrá que corregir y sancionar como tales, pues se trata del dinero de todos, que la corrupción que pervierte la vida pública.

Llevar el combate a la corrupción al terreno de las leguleyadas no es sino otra forma de corrupción
 

Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)
 

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