Viernes, 19 de Abril 2024

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¿Cuándo pasará todo esto?

Por: Luis Ernesto Salomón

¿Cuándo pasará todo esto?

¿Cuándo pasará todo esto?

La imagen de la pandemia se refleja en rostros envueltos en el miedo colectivo del contagio, algunos convencidos detrás de sus máscaras mientras otros reniegan y muchos se preguntan: ¿cuándo pasará todo esto?. Las máscaras encubren las sonrisas y los rictus de tensión, por lo que aprendemos a leer las reacciones faciales por los ojos. Nueve meses después de la aparición del virus, el deseo de volver a las condiciones anteriores provoca una frustración inocultable, parecida a la que los niños sienten cuando exigen regresar a jugar con sus amigos en la escuela. En realidad no sabemos realmente cuándo “pasará todo esto” pero lo que sí sabemos es que la estela de dolor y problemas económicos va a perdurar. Habremos de recordar esta época como una violenta sacudida que provocó la construcción de nuevas formas de convivir, trabajar y relacionarnos con los demás. Para entonces se habrá superado un obstáculo que nos habrá recordado la fragilidad de la vida. Pero aún estamos en el camino sinuoso de encontrar la solución. Los informes científicos indican el crecimiento de una segunda ola de contagios en Europa y en nuestro continente crecen los casos. Las buenas noticias son que los tratamientos para la enfermedad han progresado al grado de reducir las tasas de mortalidad y que las vacunas estarían disponibles masivamente en el primer trimestre del año próximo. Tendríamos una nueva etapa a partir de entonces, pero la pregunta persistirá.

Las consecuencias de la pandemia son enormes: crecen las tensiones entre China y Occidente, aumenta el endeudamiento de las naciones y ha mermado la actividad económica. La pregunta se escucha en todo el mundo, y en todos los ámbitos de la actividad, especialmente en Europa y Estados Unidos, de boca de personas de todas las condiciones, incluso de quienes trabajan intensamente para producir soluciones a los retos sanitarios y económicos. Las respuestas comienzan a tomar forma y se convierten en factores de inmenso poder para quienes los detentan. Y por eso, cómo decía atinadamente la canciller alemana Angela Merkel, las respuestas deben ser planteadas al mundo entero. Los tratamientos, las vacunas, como los mecanismos de soporte económico necesarios, deben ser accesibles a todos a partir de bases equitativas construidas a partir del respeto a la dignidad de las personas. De otra forma la polarización y la desigualdad crecerían de forma insostenible. 

Para naciones como México la situación significa el mayor desafío que enfrentan las finanzas públicas, muchas instituciones privadas y la evolución política desde la Segunda Guerra Mundial. Pero al mismo tiempo implica la ocasión de construir nuevas oportunidades propias para dar pasos hacia adelante y mantener el optimismo. Lo primero en ese sentido es mantener una actitud abierta y participativa en los ámbitos en donde se generan las propuestas de solución científica, financiera y política. La pandemia ha hecho que las relaciones internacionales se conviertan en tema prioritario para responder a la pregunta que se repite ahora con un sentimiento de frustración que evoluciona para convertirse en exigencia social al ver como en otras partes del mundo las cosas mejoran.

Ha pasado ya etapa de la sorpresa, con las reacciones imprevistas y entramos a la de las respuestas articuladas entre las naciones, las instituciones y las empresas. Los niños volverán a jugar con sus amiguitos en la escuela con precauciones, mascarillas, vacunas, tratamientos y programas de estímulos construidos por la ciencia con la experiencia global, y dentro de algunos meses habrá pasado lo peor de todo esto, pero las secuelas serán duraderas. Habrá pasado todo esto cuando los rostros detrás de las máscaras vuelvan a sonreír intensamente dejando de lado la ira y la frustración. Para llegar a ese punto hay que abrirnos aún más al mundo y poner cada uno lo que nos corresponde.

La participación de la diplomacia mexicana en el exterior es hoy esencial para contribuir a la implementación de respuestas coordinadas internacionalmente a un problema global que mantiene aún los rostros aguardando una respuesta con creciente impaciencia. Mientras seguimos aprendiendo a distinguir las sonrisas detrás de los cubrebocas.

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