Atmosféricas. Las oleadas de los calores estacionales se hacen sentir en los arduos días que corren. Impávidos ante esto, los pájaros van y vienen, en estos tiempos difíciles, llevando su alegría y su certeza de que la vida continúa, de que habremos de asegurarles cabida en el futuro. Por lo pronto, una rauda ave atraviesa el corredor y así va tejiendo la vida del jardín.**De la batea de las postales. Una. Los agaves en fila guerrera, se aguardan. Pero, si bien se observa, su pacífica apostura, su real cometido, se revelan. Encierran, ni más ni menos, que la voluntad de esta tierra bravía, la enseñanza de su paciencia intemporal. Tal es el tequila. Atrás, un lienzo de buena piedra establece un amable sitio, da sentido y razón de los potreros generosos. Dos. La cerrada trabazón de los arcos apuntados bien denota su origen magrebí. Ladrillos que al paso de los siglos guardan sus colores de puro fuego y barro. El escorzo vuelve más apretada la formación, y revela su reciedumbre disciplinada como para un inmóvil desfile. Tres. Fue hace poco tiempo y el muro aún guarda su reciente construcción. Una ventana errante al fin encuentra su lugar y, desde su rincón, logra capturar la hondura del paisaje, la indecible majestad de los volcanes.**Más molestia que dispendio. Tal frase solía encontrarse, hace años, sobre las formas para el contrato de arrendamiento. Se refería a los arreglos de pequeño calado que habría que hacer en las instalaciones domésticas para su buena marcha general. Recuerda hoy a las tareas continuas y humildes necesarias en toda casa. Recuerda también, ahora, todos los cotidianos afanes para asegurar la seguridad sanitaria, la salud de todos. No el dispendio, sino una razonada toma de precauciones, que no por ser molestas pueden hacer toda la diferencia.**Etiquetas para los roperazos. De algún cajón sumergido en el olvido polvoriento salen las piezas de convicción. Se trata de una serie de etiquetas de regalos de las mejores tiendas de Guadalajara de la mitad del pasado siglo. Así sellos cuidadosamente preservados servían para la económica y astuta práctica del roperazo: regalos no necesitados que permanecían en una estratégica reserva para ser pasados a otro destinatario, con un sello cuidadosamente preservado.**Un meritorio y señalado esfuerzo realizado por Carlos Ranc entrega un considerable cuaderno en donde se consignan numerosas letras de canciones, algunas conocidas y clásicas ya, otras emergidas de lo ignoto, del laberinto de lo cibernético, de la memoria laboriosa. Así, a partir de su original versión en inglés, va una traducción de una emblemática composición de Joy Division: Love will tear us apart:El amor habrá de devastarnos.Cuando muerde la rutina Y la ambición es pobre Y el reconcomio arde Y la emoción no prende Y cambiamos nuestras rutas Tomando distintos caminosEntonces el amor, el amor habrá de devastarnos El amor, el amor habrá de devastarnos otra vezPor qué esta habitación tan fría Te volviste de tu lado Es mi ocasión tan errada Nuestra consideración tan árida Sin embargo aún queda el rescoldo Que hemos guardado en la vidaPero el amor, el amor habrá de devastarnos otra vez El amor, el amor habrá de devastarnos otra vezSollozas en tu sueño Mis errores expuestos Y queda un regusto en mi boca Mientras de la desesperanza somos presa Sólo que de algo tan bueno Sólo que no habrá de funcionar de nuevoPero el amor, el amor habrá de devastarnos otra vez A pesar de todos los pesares, el imbatible, el centro de todo afán. La certeza de que a cada caída corresponde un alzamiento en armas, un renacimiento del amor que siempre estuvo allí. Sabiendo, con certeza, que habrá de durar, aunque a cada rato muerda, devaste. O muy por el contrario, de esas mordidas del tiempo llegará, en un ineluctable vaivén, el sentido y la cifra para toda una existencia. Devastaciones, errancias, regresos, maravillas.jpalomar@informador.com.mx
