Jueves, 28 de Marzo 2024

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Alfaro y las víctimas

Por: Diego Petersen

Alfaro y las víctimas

Alfaro y las víctimas

¿Son malos los resultados del Gobierno de Enrique Alfaro en seguridad? Si lo escuchamos a él, no, por el contrario, se oye muy orgulloso y ufano de tener, en los delitos que ellos seleccionaron como más importantes, 56 por ciento menos de denuncias presentadas y ratificadas en la Fiscalía que en el último año del gobernador Aristóteles Sandoval. Visto así, como dato duro descontextualizado, diríamos que el resultado es excelente. Pero, curiosamente los jaliscienses no se sienten más seguros, por el contrario, la percepción está igual o peor que hace cinco años. 

Una explicación posible es que la cifras contabilizadas están muy lejos de la realidad. La otra es que entre los delitos seleccionados no están ni el asesinato ni la desaparición. En muertes violentas no hay una reducción sustancial con respecto a 2018, mientras que las desapariciones siguen creciendo. Me inclino a pensar que se trata de una combinación de ambas: hay una mezcla de cifra negra y miedo.

Aun suponiendo que efectivamente los delitos patrimoniales han bajado a menos de la mitad, los hechos violentos considerados como de alto impacto generan temor entre la población: los medios y las redes lo difunden, la gente lo comenta, el eco de la violencia rebota. A diferencia de los delitos patrimoniales, cuyo efecto se queda en casa o en la cuadra, una desaparición, un asesinato brutal o un bloqueo puede darle, literalmente, la vuelta al mundo en minutos. 

Hay un tercer factor que hace a las cifras del Gobierno poco creíbles: la falta de empatía con las víctimas. Si algo ha caracterizado al Gobierno de Alfaro en materia de seguridad es un discurso que termina siempre por lavarse las manos y por transferir la responsabilidad a los ciudadanos. A veces ni siquiera es el contenido del mensaje sino el tono con que el gobernador comunica mes a mes los resultados en materia de seguridad.  
La falta de empatía es particularmente elocuente con las víctimas de desaparición forzada y feminicidio. Le cuesta mucho trabajo al gobernador entender que ante un dolor de esa magnitud no hay reporte de esfuerzo que valga. Para la madre, el padre o familiar de un desaparecido no hay explicación que sirva; para la familia de una víctima de feminicidio no hay promesa suficiente. Cuando se vive en el dolor las cifras, las excusas del Gobierno ahondan la herida. 

La empatía no resuelve la inseguridad, pero a las víctimas les hace sentir que a los gobernantes al menos les importa. Hoy eso no sucede.

diego.petersen@informador.com.mx

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