Viernes, 29 de Marzo 2024
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Atrapados en Ayotzinapa

Por: Diego Petersen

Atrapados en Ayotzinapa

Atrapados en Ayotzinapa

El Gobierno de López Obrador está atrapado en su propia telaraña. Ya no se puede quedar bien con los militares y con los padres de los estudiantes, apoyar a Alejandro Encinas y a Alejandro Gertz Manero al mismo tiempo. Vimos al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, hacer malabares para defender a los militares y mantener a su subsecretario de Derechos Humanos y Población, aunque fuera con cara de Santa Claus enojado, a su lado durante la comparecencia ante el Senado. 

Si algo ha caracterizado a López Obrador en su historia política es una gran capacidad para administrar las contradicciones. Morena es un manojo de ellas. Ahí caben los liderazgos de la izquierda, los luchadores y los vividores del movimiento popular, ex priistas nacionalistas y neoliberales y lo más rancio de la derecha panista y los acomodaticios de siempre. Todos juntos y revueltos. Sin embargo, la contradicción por el caso Ayotzinapa va mucho más allá. Frente a frente están dos grupos antagónicos que llevan 50 años odiándose mutuamente: los movimientos sociales de Guerrero y el Ejército. López Obrador pactó con ambos y el choque parece inevitable.

Quienes defienden a las Fuerzas Armadas lo hacen siempre desde la institucionalidad; el cuerpo es impoluto, son sólo algunos de sus miembros los que se corrompen, escasa e individualmente. Quienes defienden a los movimientos sociales ven en la causa un bien superior, superior incluso a los delitos que se cometen en su nombre. En ambos casos las víctimas son los daños colaterales que no deben entorpecer el fin.

La contradicción del obradorismo va a exacerbarse hacia el fin del sexenio. Quienes, desde dentro o desde las calles, están del lado de los movimientos sociales tenderán a endurecer posiciones. No les queda de otra. La puerta que ellos creían haber derrumbado en la elección del 2018 se cerró en sus narices y el caso emblemático, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, no tendrá un final satisfactorio. 

La protesta frente al Campo Marte fue una muestra de la toma de distancia de los movimientos sociales frente a la política de militarización del Presidente. La filtración de detalles de la investigación fue una señal inequívoca del resquebrajamiento interno. La contradicción está a flor de piel y no será fácil resolverla. Las Fuerzas Armadas no están acostumbradas, no digamos al debate, sino simplemente a ser cuestionadas. Los movimientos sociales, por el contrario, están curtidos en el combate frontal, saben llevar las cosas al límite y no tienen prisas ni lealtades políticas, esas que tanto aprecia y exige el Presidente.

diego.petersen@informador.com.mx

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