Viernes, 29 de Marzo 2024
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Ensimismamiento presidencial

Por: Diego Petersen

Ensimismamiento presidencial

Ensimismamiento presidencial

Algo está pasando con el presidente López Obrador. No es choteo, ni cotorreo. A los dislates, cada vez más continuos -como celebrar 40 años de la elección de 2018, decir que un gobierno sin corrupción no sirve para nada, o que puede probar que donde hay un solo cártel que domina no hay homicidios-, hay que agregar una lectura ensimismada, cada día más personalizada y persecutoria de la realidad. El enemigo lo persigue, todo lo que pasa sucede en función de sí mismo. Pero, sobre todo, el hombre más informado del país, el que se levanta a las cinco de la mañana para revisar los temas de seguridad, aparece cada día más desinformado en la Mañanera, porque si los temas no tienen que ver con él mismo y sus ideales, no le interesan.

Decir que las denuncias por el asesinato de Antonio Cruz en Tamaulipas y el atentado contra Susana Carreño en Puerto Vallarta son producto de una campaña de desprestigio contra el gobierno de México, que son asociaciones que aparecen cuando no les gusta o no les conviene un gobierno, que protegen a medios de información de México que están molestos porque ya no reciben su pensión (literal todo) raya en el absurdo. Si Fox, Calderón o Peña Nieto hubieran osado decir la mitad de esas barbaridades los habrían linchado desde la izquierda, con absoluta razón. 

A Cruz, un periodista de un diario modesto en Ciudad Victoria lo asesinaron junto a su hija; a Carreño intentaron degollarla cuando salía de la estación de radio. Nadie le dijo al presidente, por ejemplo, que Susana Carreño trabaja en un medio público, ni que el Expreso está muy lejos de ser un consorcio con intereses internacionales. El atentado fue contra periodistas concretos con nombre e historia, fue para silenciarlos a ellos, no al presidente. 

Los políticos no son responsables de lo que sucede a los ciudadanos. No pueden evitar que alguien cometa un crimen contra otra persona. De lo que sí son responsables es de no hacerse cargo de las consecuencias de esos delitos. Ellos y solo ellos son responsables de la respuesta o de la falta de ésta por parte del Estado.

Cada vez que un gobierno ha dejado de actuar contra la delincuencia, cada indolencia gubernamental ha favorecido un nuevo crimen. Cada vez que un político dice “los anteriores nos dejaron un cochinero”, pero no asume como propias las consecuencias, lo único que hace es incrementar el cochinero y heredarlo, en el mejor de los casos, intacto. Cada vez que un político niega o evade la realidad abona a la descomposición.

Hace unos meses decíamos que la realidad es todo aquello que pasa mientras el presidente está ocupado en la Mañanera. Ahora habría que decir que la realidad es todo aquello que está más allá del ensimismamiento presidencial.

diego.petersen@informador.com.mx

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