Esta noche tendrá sabor de fiesta para los elegidos en la jornada electoral, y será amargo para los que terminarán su ilusión; mientras para la mayoría el gusto será agridulce luego de un proceso extraordinario: violento, en medio de la pandemia y con bajo nivel de las campañas políticas. Más allá del resultado, el proceso deja ya lecciones para la consolidación de la joven democracia mexicana. La primera y quizá la más importante será el análisis para corregir la interferencia de los grupos criminales en el proceso esencial de la legitimidad política. La irrupción de grupos facciosos en la política no es nueva, pero ahora ha adquirido tientes generalizados en la mayor parte de las regiones del país. Ni los más creativos novelistas de nuestra generación imaginaron que en una campaña electoral habrían sido asesinados 89 actores políticos, incluidos 35 candidatos. Además de los heridos y los ataques y amenazas a colaboradores y familias que se cuentan por miles. Sembraron terror y en muchos casos lograron cambiar actores, candidatos e hicieron innumerables acuerdos inconfesables. La constitución de gobiernos condicionados a estos factores presagia mayor debilidad de las instituciones. La acción de las autoridades y de los ciudadanos ante esta realidad será determinante para blindar los siguientes procesos, sobre todo a nivel local. El terrorismo es inaceptable.Otra lección, ésta en sentido positivo, pude resumirse en la fortaleza de las instituciones electorales que a pesar de la pandemia y las presiones ha dado muestras de solidez. Habrá que esperar los procesos post electorales para hacer un balance final, pero hasta ahora las instituciones electorales han aplicado la ley sorteando las presiones políticas propias de las campañas. En un momento en que México se sacude en un tiempo nublado por la pandemia, la crisis económica y la desconfianza en la que resurgen las supersticiones, se rinde culto a las imágenes y conviven el miedo con el hedonismo, la violencia con la exaltación digital de las tragedias que a su vez pasan desapercibidas en la realidad.Otra lección un tanto desalentadora es el contenido de las campañas y la participación de los ciudadanos. Los estudios y las autoridades esperan una participación por encima del 50% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral. Sin embrago queda claro que el nivel propositivo, la calidad narrativa y el desarrollo de las campañas en general ha sido en muchos sentidos lamentable, esto independientemente de su efectividad. Pareciera haber llegado una decadencia que las convierte en un entretenimiento vacío que detrás de sonrisas huecas, deja la sensación de una pasividad ante el destino. Un juego externo en el que nadie escucha y todos miran. Así, la elección en medio del azote de la violencia, con instituciones electorales sólidas ha llegado luego de campañas lamentables en general. La recomposición política resultado de la voluntad ciudadana tendrá la obligación política y moral de atender estos desafíos democráticos que se pueden resumir en: luchar contra el deterioro institucional, la penetración del crimen en los gobiernos, en el fortalecimiento de los mecanismos democráticos pero sobre todo en ser capaces de crear mayor esperanza en el futuro mediante el diálogo. El día siguiente implicará la digestión de los distintos sabores y representará a la vez una oxigenación al recomponerse las fuerzas que gestionan los asuntos públicos y una resignación con la fatalidad. Si los actores políticos aceptan los resultados fortalecerán las instituciones y el imperio de la ley. Esperamos que la jornada transcurra en paz, con una amplia participación que enriquezca la gestión equilibrada de los asuntos públicos, que los resultados sean aceptados por todos y la serenidad política impere luego de la agitación. El tiempo nublado de la cerrazón del cielo pasa cuando surge la luz abierta y tolerante. Dejar la polarización electoral es la tarea esencial del día siguiente.luisernestosalomon@gmail.com
