Miércoles, 24 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

El rumbo de la guerra

Por: Luis Ernesto Salomón

El rumbo de la guerra

El rumbo de la guerra

Las hostilidades en Ucrania no comenzaron realmente el 24 de febrero cuando Rusia invadió su territorio, sino que iniciaron el 20 de febrero de 2014, es decir hace más de ocho años y dos meses. Esa perspectiva es relevante porque lo que estamos viviendo ahora es una segunda etapa de un conflicto que ha escalado y que amenaza con alargarse en el tiempo.

Rusia decidió tomar la ruta de los hechos violentos avanzando hacia el objetivo de “rescatar” lo que su Presidente considera como de su interés. La guerra de los ocho años ha entrado en una etapa mucho más compleja al grado que ha supuesto un parteaguas en la política militar en el mundo. A partir de estas semanas se ha dedicado incrementar el gasto militar significativamente lo que implica enormes consecuencias para las naciones y las políticas sociales. El costo del conflicto se extiende por el mundo en donde unos envían armas, mientras otros resienten en carne propia la violencia y muchos más ven cómo se elevan los precios de artículos indispensables amenazando su calidad de vida.

Ante este panorama cabe preguntarse: ¿Quién se beneficia de una guerra prolongada? Hay quien sostiene que el tiempo está del lado de Putin que tendrá para instrumentar una percepción de triunfo al mantener control de parte del territorio ucraniano; mientras otros sostienen que el tiempo está en contra, dado el efecto de las sanciones económicas impuestas por Occidente. Ambas partes tienen parte de razón y la tensión crece todos los días amenazando con incrementar la violencia que puede llevar al uso de armas nucleares a los rusos, en caso de sentirse desesperados.

Aunque es difícil predecir lo que sucederá, es posible en este momento ver cómo se incrementa sustancialmente la capacidad de fuego de ambas partes y se despliegan los efectivos, cada vez más capacitados. También resulta claro que, cada vez más, el factor tecnológico influirá en la eficiencia destructiva y nos llevará probablemente a ver cómo se prueban armas y mecanismo cada vez más sofisticados.

La terrible realidad de la muerte esparcida resulta inadmisible en un mundo que creía erradicada la barbarie. Quienes tienen en sus manos el desarrollo del conflicto tienen la enorme responsabilidad de contener la amenaza de una guerra a gran escala y la obligación moral de buscar la paz. Desafortunadamente, una vez desencadenada esta etapa de la guerra de ocho años, pareciera que ambas partes están dispuestas a llevar el conflicto a mayores consecuencias sin dar tregua ni cuartel, sometiendo a la población a sufrimientos indecibles.

Las negociaciones son la única ruta civilizada para terminar con este episodio oscuro. El camino que han seguido los acontecimientos parece un callejón cada vez más apagado al que habrá que iluminar con la luz de la razón. Terminar con ocho años de guerra requiere ahora de la intervención, no sólo de rusos y ucranianos sino de un esfuerzo internacional conjunto, que ahora parece lejano. De nada han servido las instituciones internacionales, ni las Naciones Unidas, ni los tratados, ni las buenas intenciones declaradas de muchos mandatarios. Se ha impuesto la realidad de un mundo que reclama una estructura del modelo surgido de la segunda guerra mundial; y esperemos que este conflicto no se convierta en la tercera con costos inmensos, para que se encaminan las cosas hacia una solución adecuada. Cada día de guerra es una vergüenza para el mundo.

luisernestosalomon@gmail.com

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones