Los sismos ni se invocan con las vibras humanas ni se pueden predecir. Pero inevitablemente en el imaginario colectivo el 19 de septiembre será ya para muchos mexicanos una fecha fatídica en la que el país tiembla como ya sucedió ese día en 1985, en 2017 y ayer.Afortunadamente lo catastrófico ha venido a menos y aunque por el temblor con epicentro en Coalcomán, Michoacán, de 7.7 grados registrado este lunes debemos lamentar la muerte de una persona en Manzanillo por el colapso de una barda y muchos otros daños materiales, los efectos negativos quedaron lejos de tener las dimensiones de los sismos del 19 de septiembre de 1985, en los que murieron más de 5 mil personas, la mayoría de ellas en la Ciudad de México.Si en el 2017, que 32 años después se repitió el segundo 19-S, habían pasado apenas poco mas dos horas después de las 11 de la mañana que se realizó el macro simulacro con el que cada año desde aquella tragedia se conmemora el Día Nacional de Protección Civil, ayer no había pasado ni siquiera una hora del ensayo, cuando sobrevino el tercer 19-S que nos volvió a llenar de asombro, pánico y zozobra.Por fortuna, insisto, este tercer 19-S no nos llenó de pena y muerte como los dos primeros.Al igual que en 2017, la destrucción que provocó el movimiento telúrico de ayer marcó tendencias en las redes sociales por la gran cantidad de videos compartidos en el cyberespacio en tiempo real, y que para bien, ayudaron a multiplicar también la solidaridad y participación ciudadana en las labores de rescate y apoyo para los afectados.Este nuevo 19-S nos obliga a volver al tema de la resiliencia de nuestra ciudad, y de nuestros instrumentos y capacidades en materia de protección civil. Nos debe hacer recordar que Jalisco está ubicado junto con los estados del Noroeste y Sureste de México en la zona de mayor actividad sísmica del territorio nacional. Más aún porque del 2016 a la fecha se ha registrado en el Área Metropolitana de Guadalajara el mayor número de movimientos telúricos desde 1912. En ese sentido lo primero que habría que revisar es nuestro Atlas de Riesgos, que de entrada no incluye el conocido también como enjambre sísmico, que se concentra en comunidades del norte de Zapopan como Nuevo México, Tesistán, Copalita, Nextipac y Valle de Molinos. Más allá de supersticiones, este triple 19-S nos debe dejar clara la necesidad de priorizar acciones que atenúen esta amenaza tan impredecible como inevitable, que nos permita como comunidad estar en las mejores condiciones para enfrentar una eventual emergencia así, y reducir al máximo sus daños humanos y materiales.jbarrera4r@gmail.com
