Jueves, 18 de Abril 2024

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En la mente de Putin

Por: Luis Ernesto Salomón

En la mente de Putin

En la mente de Putin

Saber quién es y cómo piensa Vladimir Putin nos importa a todos porque sus decisiones están cambiando la historia en Europa y Estados Unidos. El viernes pasado activó una escalada en la guerra con Ucrania, al “anexarse” algunas regiones y enfocar como el “enemigo” a las naciones de Occidente encabezadas por Estados Unidos. 

Esa visión no es nueva: en 2015 Michel Eltchaninoff, el profesor de la Sorbona y afamado especialista en la cultura rusa, publicó su libro “Dentro de la mente de Putin”, en donde afirmaba una visión de Rusia como víctima de los esfuerzos por detener su surgimiento. Para él las naciones de Occidente están en decadencia: Europa es aplastada por el peso de su humanismo y liberalismo político: cansada, dividida, a merced de cada viento que pasa. Estados Unidos vive sumido en una cultura instrumental y materialista, y en las contradicciones de su propia historia, está encaminado a perder su preeminencia. Rusia, por el contrario, al igual que su aliado emergente, China, está en ascenso en términos de civilización.

Considera que el enemigo impide el ascenso de Rusia como la gran potencia mundial. Y lo dejó claro en su ardiente discurso del viernes pasado cuando se refirió a los grupos que dominan estas naciones como un grupo diabólico: “La dictadura de las élites occidentales se dirige contra todas las sociedades, incluidos los propios pueblos de los países occidentales. Es un desafío para todos. Es una negación total de la humanidad, el derrocamiento de la fe y los valores tradicionales. De hecho, la supresión de la propia libertad ha adquirido los rasgos de una religión al revés: el satanismo puro y duro”.

Detrás de estas palabras está una visión profundamente conservadora que considera que existe una tendencia liberal que amenaza al mundo: Al referirse a estas propuestas satánicas dijo:  “¿Realmente queremos aquí, en nuestro país, en Rusia, en lugar de ‘mamá’ y ‘papá’, tener ‘padre uno’, ‘padre dos’ y ‘tres’? ¿Se han vuelto completamente locos? ¿Realmente queremos... que se inculque a los niños en nuestras escuelas... que supuestamente hay otros géneros además de las mujeres y los hombres, y que (a los niños) se les ofrezca la posibilidad de someterse a operaciones de cambio de sexo?... Tenemos un futuro diferente, nuestro propio futuro”.

Esa visión conservadora le ha acercado a líderes como Donald Trump, o Marine Le Pen y de alguna manera resuena en las posiciones más conservadoras de la derecha en América Latina. Una narrativa sostenida también aquí en México por grupos que apoyan las teorías de la conspiración y se oponen a un supuesto colonialismo cultural de corte liberal.

Putin cree profundamente en el valor del conservadurismo y el espíritu eslavo. Ambos enraízan la moral en la ortodoxia y la identidad rusa en su lucha histórica con Occidente. Es claro que este discurso goza de respaldo popular dentro de su país, aunque el descontento hacia su forma de gobernar crece desde hace años. 

Putin se apoya en una teoría del historiador Lev Gumilev, quién sostiene que cada pueblo posee una fuerza vital distinta: una energía interior “biocósmica” o sustancia pasional que él llama passionarnost. Ha hecho suyas sus ideas y nunca pierde la oportunidad de referirse a ellas. Ha dicho: “Creo en la passionarnost. En la naturaleza, como en la sociedad, hay desarrollo, clímax y declive. Rusia aún no ha alcanzado su punto más alto. Estamos en camino”. Según él, Rusia tiene la fuerza y el potencial de un pueblo joven. “Poseemos un código genético infinito”. Otro pensador que influye en él es Ivan Ilyin, fallecido en 1954, a quién citó otra vez el viernes en el Kremlin. 

Según Michel Eltchaninoff, Putin ha desarrollado durante décadas una visión del mundo que es paranoica pero coherente. Según esta visión, Rusia ha sido durante siglos víctima de un intento de contenerla y desmembrarla. Estos intentos deben ser resistidos. La lógica de esto se basa en la creencia de que la passionarnost de Rusia no debe ser limitada.

Está convencido de que “el hombre ruso piensa ante todo... en relación con un principio moral superior”. Y está dispuesto a morir por él. Putin cita a menudo un conocido dicho ruso: para los rusos, “incluso la muerte es bella”. Por lo tanto, puede que no haya límites en la búsqueda de venganza por una humillación percibida. Su visión del mundo allana el camino al extremismo. La guerra emprendida con Occidente no es accidental ni parece estar dispuesto a terminarla. Un líder conservador iluminado por visiones de grandiosidad nacionalista tiene en sus manos miles de armas nucleares y sus acciones nos están afectando a todos.

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