Viernes, 29 de Marzo 2024
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Hablando de la paz y del maíz

Por: María Belén Sánchez

Hablando de la paz y del maíz

Hablando de la paz y del maíz

Dos cosas muy importantes y necesarias en el momento presente.
Entre lluvias, acontecimientos y noticias, todo me sugería escribirte algo acerca de la “Paz”, pero  ya en otras ocasiones he escrito mucho acerca de este tema: hace años escribí:

“Nuestro aporte a la Paz” Si hiciéramos una consulta popular, la conclusión sería que todos están a favor de la paz. Pero si nos detenemos a mirar con sinceridad nuestras actitudes, a los mejor encontramos que hay mucho de guerra en lo profundo de nuestros sentimientos. Y también podríamos preguntarnos qué resonancia tienen las noticias que escuchamos…

Pero hoy al reflexionar en la insistencia que se está suscitando acerca de las tortillas, me vino a la mente relatar un poco de la historia del maíz, que ciertamente muchos ya la conocen, pero a lo mejor tú no, o ni siquiera te acuerdas.

Pues sí, efectivamente, el maíz es muy mexicano, por no decir que muy de nuestro continente. y sin duda es la base muy importante de muestra alimentación, y además, se lleva muy bien con nuestra anatomía, ya que las personas que consumen más trigo que maíz, tienden a engrosar su organismo.

Los antepasados pobladores de estas latitudes descubrieron el maíz como una planta maravillosa, por eso la consideraron como un regalo divino, difícil de cultivar y con muchos requerimientos para lograr sacar de ella más abundante fruto.

Otro aspecto notable es que fueron precisamente las mujeres las que aprendieron todos los detalles del proceso del maíz, y posteriormente las mil y una formas de sacar provecho de estas semillas milagrosas.

En la actualidad son incontables las formas de procesarlo, que van desde que la mazorca es tierna y puede comerse como elote, ya sea cocido o tostado, ya elaborando los deliciosos y tradicionales tamalitos, también llamados uchepos, las tacazotas, los esquites, o las … y conforme sazona el grano, ya habrá otras formas de aprovecharlo, en gorditas, rellenas o picaditas, tamales y/o las torundas. E incluso hay otros países donde las arepas no faltan.

Y  llega la oportunidad de las tortillas, que también se disfrazarán de taquitos, suaves o dorados, las quesadillas, las flautas, los tlacoyos  o los sopes y…  Ayúdame a seguirle con la lista…

Porque verás, sucede que ya se me atoró a causa del problema suscitado actualmente con eso de la carestía, escasez y otros problemas que están surgiendo en torno a la producción y distribución de la tortilla, que como todos sabemos es algo básico para nuestro menú.

En realidad no sé bien de qué se trata este asuntito, pero me viene a la mente aquello de hace ya muchos años que, cuando por algún motivo querían castigar a los pueblos, en México escaseaba el azúcar y tan sólo se podían comprar dos kilos por familia… en Puerto Rico escaseaba el arroz y en Venezuela no había harina de maíz…

Bueno, tengamos fe que en esta ocasión la tortilla no sea una medida  de escarmiento a un público que necesita reconvención.

Antes bien, que quienes tienen la sartén por el mango sean quienes apoyes a la ciudadanía más carente de recursos a solucionar un problema de supervivencia básica en forma pacífica y fraternal, en vez de llegar a extremos que en vez de ayudar a encontrar soluciones alteran los ánimos y conducen a alterar más la paz, ya de por sí tan frágil.

Pues bien, lo que tenemos que pedir hoy a Dios, que nos ayude a cultivar la paz; a los productores, que cultiven más y mejor maíz. A los que organizan, que hagan bien las cosas en favor del pueblo, sobre todo de las clases más pobres.

Y a cada uno de nosotros, que seamos promotores de paz.

También hace años escribí un folleto llamado “Anhelos de Paz o Invitación a la Paz”.

Si te interesa avísame a: mariabelens9@ gmail.com

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