Jueves, 28 de Marzo 2024

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Las redes empobrecen

Por: Diego Petersen

Las redes empobrecen

Las redes empobrecen

¿Para qué leemos? La respuesta más socorrida es para conocer más, aunque quizá la más realista es para entretenernos, para pasar un buen rato. Cual sea la respuesta que demos, lo cierto es que leer nos ensancha la mente, nos permite acceder a mundos desconocidos, nos confronta con aquello que nos es ajeno y por lo mismo con el otro. Leer nos hace más tolerantes y conscientes de las diferencias. Un buen lector se fascina con los mundos distintos, con la existencia de otros que no son ni piensan igual que él. Un lector, de libros, periódicos o revistas, tiene menos probabilidades de convertirse en un radical, aunque por supuesto hay excepciones.

Las lectores de información en redes sociales, por el contrario, lejos de ampliar sus horizontes empobrecen su visión del mundo. Merced al famoso algoritmo, cuyo objeto es reafirmar los gustos de consumo, tiene un efecto sumamente perverso cuando se trata de posiciones políticas. El algoritmo no sólo refuerza la visión política de los usuarios de las redes, pues por definición alimenta y refuerza su posición, sino que evita que tengan acceso a información que cuestione y contraste sus formas de pensar.

La principal afectada de este proceso de radicalización es la democracia. Si bien en un principio las benditas redes le dieron voz a muchísimos ciudadanos que no tenían un canal de expresión, el efecto a mediano plazo ha sido la radicalización de las sociedades y la negación del otro. La lectura de contenidos en las redes sociales lejos de ayudarnos a entender otras formas de ver el mundo, otras formas de pensar que nos lleven a matizar nuestras posiciones políticas, lo que ha provocado es que sólo leamos aquello que refuerza nuestras convicciones, pero sobre todo nuestros odios.

Si bien en un principio las benditas redes le dieron voz a muchísimos ciudadanos, el efecto a mediano plazo ha sido la radicalización de las sociedades

En alguna conferencia previa a la elección de 2018, una mujer, realmente consternada, me dijo que cómo iba a creer en las encuestas si entre sus amistades, las reales y las de Facebook, no había nadie que fuera a votar por López Obrador. Más allá de lo patético que puede resultar el ejemplo, lo mismo sucede del otro lado de la cancha, hay personas que creen que efectivamente en México sólo existe un punto de vista y es el de los seguidores del presidente.

Las benditas redes han ayudado a polarizar el país, y en ese sentido sí son las mejores aliadas de López Obrador. Lo realmente grave es que las redes han creado un país de sordos, donde nos hemos dejado de escuchar, de atender argumentos, para atrincherarnos en las creencias, cualquiera que estas sean, y desde ahí insultar y denostar al otro convertido en enemigo. 

No es anuncio de ninguna librería, pero leer más nos hará que entendamos que el mundo es más complejo, más diverso y por lo mismo más interesante que lo que nos dicen las redes sociales y los políticos que se ceban en ellas.

diego.petersen@informador.com.mx

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