Viernes, 29 de Marzo 2024
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Lecciones de Acatic

Por: Rubén Martín

Lecciones de Acatic

Lecciones de Acatic

La afortunada aparición con vida de los cinco integrantes de la familia Villaseñor Romo los días 8 y 9 de abril, tras ser detenidos y desaparecidos forzadamente por policías municipales de Acatic, abre una ventana de esperanza de que la estrategia para la búsqueda en vida de todos los desaparecidos tenga finales felices como el de esta familia.

El caso es tan extraño por la escasa posibilidad de que los desaparecidos puedan ser encontrados por esfuerzos de búsqueda o liberados por sus captores, que generó suspicacias sobre su autenticidad. Partiendo de que es un caso legítimo, creo que el caso Acatic puede dejar algunas lecciones que sirvan para hacer lo posible por detener la epidemia de desapariciones que afecta a la sociedad de Jalisco y que cada vez sean encontrados en vida la mayoría de los casos de desaparecidos que hay en el estado o que al menos se tengan datos ciertos sobre su paradero final para que, en lo posible, sus familias encuentren consuelo o puedan cerrar procesos de duelo.

Si bien es cierto que tanto la pequeña de la familia Villaseñor recogida en La Barca como los otros cuatro dejados en La Laja, Zapotlanejo, no fueron encontrados directamente por los policías e investigadores de la Fiscalía y otras instancias de búsqueda, creo que la primera lección es que reacciones rápidas y masivas de búsqueda como las utilizadas para encontrar a la familia Villaseñor Romo son útiles e indispensables.

Probablemente no en todos los casos se pueden disponer de 200 elementos de fuerza para las tareas de búsqueda, pero sin duda servirán brigadas de hasta diez personas. 

Por ejemplo, en este momento se debe desplegar un operativo semejante en el caso de las siete personas desaparecidas el pasado 8 de abril en Balcones del Sol en Zapopan. Es otra desaparición masiva donde que involucra a la abogada Irasema Dinora Rodríguez, sus clientes Trinidad Torres e Isidro Loza Peña y cuatro integrantes de una familia que convivían afuera de su casa: los hermanos Daniel Cuevas Sánchez e Isidoro Cuevas Sánchez, José Francisco Zamora Sánchez y José Francisco Zamora Moreno. 

Todo indica que el gobierno del estado y sus agencias de búsqueda decidieron actuar de modo masivo y contundente en el caso de la familia Villaseñor Romo porque conmovió que entre las víctimas había dos menores de edad, pero también porque el caso acaparó la atención mediática tanto nacional como mundial.

Pero es reprobable que las autoridades reaccionen solo por la presión mediática o en difusión en redes sociales: deben activar protocolos de búsqueda en vida contundentes y con los recursos necesarios en cada caso, con independencia de su difusión en medios. 

Aunque a las familias les ayuda que sus casos se difundan lo suficiente en redes sociales y sus historias atraigan la atención de los medios, esto no basta como se ha visto en varios casos llamados “mediáticos” y que sin embargo no tienen el resultado esperado. Creo que el despliegue de labores de búsqueda contundentes y masivas son la variable necesaria para encontrar a los desaparecidos.

Pero jamás se terminará con la epidemia de desapariciones (y sus fenómenos asociados como las fosas clandestinas y la crisis forense) si antes no se cortan las cadenas de impunidad que protegen a los grupos ya sean de fuerzas públicas o grupos criminales privados. 

La desaparición masiva de la familia Villaseñor Romo en Acatic ocurrió porque por impunidad o incompetencia no se habían ejecutado dos órdenes de aprehensión contra dos policías municipales que ya habían participado en la desaparición de dos personas en junio de 2020. Probablemente si se hubiera detenido a estos dos policías, el resto de la fuerza pública que está al servicio del crimen organizado ya no habría cometido la desaparición de la familia Villaseñor. Es inadmisible que dos de policías de Acatic tuvieran orden de aprehensión y no se les haya capturado. 

En este sentido, es clave que desde el gobierno se identifique, depure y procese a los policías que desaparecen y así cortar las cadenas de impunidad que explican que de casi 12 mil 300 desaparecidos en Jalisco, apenas diez hay detenidos por la comisión de delitos desaparición forzada, como se publicó en El Informador (12 abril de 2021). 

El gobernador Enrique Alfaro presume que en su administración se han procesado a más policías que en ningún gobierno, pero no basta con las cifras actuales. Se tiene que detener a todos los funcionarios que cobran para cuidar a la sociedad y que por el contrario, trabajan al servicio del crimen organizado. Y también a los políticos que reciben dinero a cambio de tolerar y fomentar que ciertas partes del aparato público trabajen para las organizaciones criminales.

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