El panorama geopolítico ha cambiado radicalmente en los últimos meses. Primero las tensiones China-Estados Unidos, luego la pandemia con sus consecuencias económicas y finalmente la guerra en Ucrania, han precipitado un cambio que tendrá consecuencias en el futuro.Desde el punto de vista económico, es claro que los países de Occidente decidieron enfrentar la amenaza que representa China en la hegemonía tecnológica y financiera. Esto era ya evidente antes de la pandemia, y para México se abría la posibilidad de que muchas empresas que operaban en aquella nación oriental, pudieran fijarse en nuestro país como centro de operación y logística, sobre todo en el renglón de las manufacturas. La disrupción de las cadenas de suministro, con la pandemia, acentuaron esa perspectiva y comenzaron a notarse los efectos de la relocalización de empresas en Estados Unidos, Canadá y México. Con esa perspectiva la recuperación económica parecía viable con un ritmo sostenido y nos colocaba necesariamente ante la necesidad de mantener una política de integración económica sostenida con Norteamérica. En eso estábamos, cuando el 24 de febrero pasado Rusia decidió invadir Ucrania, dando un manotazo en el tablero militar del mundo que provocó la cohesión europea en torno a la OTAN, y la aparente neutralidad de China, en un conflicto que parecía cuestión de días o semanas en las que se solventaría de alguna forma la sed expansiva de Putin. Pero las cosas no salieron como las pensaba la mayoría y la guerra amenaza ahora con prolongarse aumentando el costo y las consecuencias para las naciones involucradas directa e indirectamente y para el mundo entero. El orden de las prioridades se modificó para colocar las cuestiones militares y de seguridad como esenciales lo que significa un cambio en la forma como se gasta el dinero público y la necesidad de invertir enormes cantidades en proyectos militares, de inteligencia y en operaciones que minimicen los riesgos para las naciones. En ese sentido, los Estados Unidos seguramente han establecido prioridades en sus esquemas de seguridad en sus fronteras y las de sus vecinos, para evitar debilidades o amenazas futuras. La cooperación de México es indispensable para construir condiciones de seguridad militar que seguramente implicarán mecanismos para impulsar a las autoridades de nuestro país para que adquieran mayores habilidades en el control de la seguridad interna. Dicho de otra forma, la crisis de inseguridad que padecemos debe ser resuelta, dado que los grupos de delincuentes transnacionales pueden convertirse en punto de debilidad en la seguridad de la región de Norteamérica convirtiéndose en factor de amenaza de ser infiltrados por los enemigos de Estados Unidos. Es probable que con esa perspectiva se aborden los temas de manejo de la migración y las inversiones en nuestro país. Ante eso se abre la oportunidad para convertir la necesidad de colaboración en oportunidad para fortalecer las instituciones mexicanas de seguridad y justicia, con un enfoque social, que permita evitar la acumulación de armas y la operación de grupos al margen de la legalidad en amplias regiones del país. El hecho de que algunos de estos grupos intenten controlar, o influir directamente en las autoridades, resulta en esta perspectiva inaceptable, dada la posibilidad de ser infiltrados por intereses externos.Desde la perspectiva financiera el panorama que pudiera ser perturbador para México, lo toma en un momento en el que las finanzas públicas se mantienen con una deuda externa contenida y con perspectivas de debilidad en el crecimiento, que sin embargo se mantiene impulsado por el sector exportador de manufacturas hacia el Norte. La debilidad en las inversiones puede revertirse si se incentivan vehículos adecuados de forma coordinada.El cambio en el tablero geopolítico abre la oportunidad para captar inversiones de empresas que se localizan en México, impulsadas por las tensiones internacionales; de instituciones que impulsen la infraestructura portuaria y ferroviaria en el proyecto de unir a Coatzacoalcos y Salina Cruz, como también en la franja fronteriza y otras ciudades, que permitan el flujo de mercancías y la producción en cadena de bienes que ahora son producidos parcialmente en China. Desde el punto de vista de la seguridad interna plantea también la oportunidad de obtener mejor tecnología para el control de la seguridad interna y fortalecimiento de la colaboración militar, en un momento en el que se consolida la Guardia Nacional como un modelo policial dominante. Y también desde el punto de vista financiero se abren oportunidades para crear mecanismos de inversión que atraigan capital a los proyectos estratégicos impulsados por las autoridades y los que las empresas están desarrollando.La sacudida que vive el panorama internacional trae aparejadas a los riesgos, también oportunidades a las que hay que estar muy atentos. luisernestosalomon@gmail.com
