Miércoles, 24 de Abril 2024

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Para sobrellevar #QuédateEnCasa

Por: Diego Petersen

Para sobrellevar #QuédateEnCasa

Para sobrellevar #QuédateEnCasa

Ya lo dijimos, pero como decía Cortázar, como nadie escucha hay que repetirlo: la lucha contra las epidemias se gana en las calles y en las casas, no en los hospitales. El que salgamos más o menos bien librados de este trance depende mucho más de lo que hagamos cada uno de nosotros que de lo que hagan las autoridades. El principio es muy sencillo: el que no se mueve no contagia. Incluso si tenemos la mala suerte de que se nos pegue el bicho, si nos quedamos en casa no contagiaremos. Así de fácil y eso depende de nosotros, de nadie más. Hay, pues, que moverse solo lo estrictamente necesario.

Pero hay otros virus, igual o más contagiosos que el COVID-19, que circulan por las redes sociales y están enfermando cada vez a más personas de miedo, de odio y en los casos más graves incluso de estupidez: personas que uno cree o sabe inteligentes aparecen de repente reenviando enormes tonterías por las redes sociales. Esos virus enferman a la sociedad y aniquilan nuestra principal defensa frente a la crisis económica y de salud que se nos viene: la solidaridad. Valgan, pues, algunas recomendaciones muy concretas para defendernos de las epidemias de miedo, odio y estupidez. 

Primera: Autolimite su tiempo de exposición a las redes. La reducción del contacto con las personas hace que todos pasemos cada vez más tiempo leyendo información basura en redes sociales. Limitar el uso de redes reducirá también la cantidad de tonterías que leamos en ellas.

Segunda: Desactive (es un decir) los botones de retuitear, reenviar, compartir según la red de que se trate. Al mundo no le pasará nada si usted no comparte eso que le acaba de llegar. Por el contrario, si lo que usted reenvía es información falsa el daño puede ser mayor. Tercera: Organice con los suyos los tiempos en casa, con tareas concretas y horarios específicos para cada uno. Las rutinas ordenan y hacen más llevadero el tiempo. Cuarta: Encuentren para cada uno una tarea solidaria en la colonia. Localicen, por ejemplo, a las personas mayores o con limitaciones de movilidad que viven solos o con familiares que no pueden acudir seguido y, con todos los cuidados de higiene y evitando el contacto personal, ayúdelos llevándoles comida y las cosas de vida cotidiana que necesiten. Una llamada por teléfono puede hacer la diferencia. Quinto: Fortalezca la vida barrial. Trate de consumir y hacer sus compras en la tienda de la esquina, la carnicería, la cremería de la colonia, aunque sea un poco más caro. Y, por supuesto, no acapare ni haga compras de pánico. Defender la economía del barrio hará que todos salgamos más fortalecidos al final del proceso. Sexto: Solidaridad con aquellos que solemos ignorar porque los vemos como parte del paisaje urbano, el lavacarros, el bolero, el que vende cocos, la que vende flores, etcétera. Ellos viven al día y la falta de gente en la calle los afectará de inmediato. Consumir sus productos o servicios puede hacer la diferencia entre que coman o no ese día.

Estas situaciones límite sacan lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Si somos conscientes de ello, seguro saldrá lo mejor.

Incluso si tenemos la mala suerte de que se nos pegue el bicho, si nos quedamos en casa no contagiaremos

(diego.petersen@informador.com.mx)
 

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