Viernes, 29 de Marzo 2024
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Poder y conocimiento científico

Por: Diego Petersen

Poder y conocimiento científico

Poder y conocimiento científico

La academia nunca te sacará de pobre, pero te sacará de viaje, decía Eduardo. Y sí, la carrera científica paga mal en general, pero el sistema de congresos y reuniones de discusión auguraba, antes del COVID-19, que al menos te llevaría a algún otro lugar del país o al extranjero.

La absurda persecución de 31 investigadores miembros del Foro Consultivo a los que el fiscal quiere procesar por delincuencia organizada ha abierto una discusión más profunda sobre la política científica de este país y ha generado una estigmatización del trabajo de los investigadores. Como en todo sistema donde se usa dinero público podemos apostar que hay corrupción, pero eso ni es delincuencia organizada ni hay corrupción generalizada.

¿Cuál es la función de un investigador? Generar conocimiento. Para ello el Estado mexicano ha dispuesto un Sistema Nacional de Investigadores que otorga una beca a aquellos que bajo ciertas condiciones investigan en algún área específica de la ciencia o el comportamiento humano. El conocimiento científico tiene sus propias reglas, que le pueden gustar o no a los poderosos, pero es a partir de ellas que se enseña, evalúa y reconoce el mérito de cada investigador. Se argumenta desde el poder que la mayoría del conocimiento generado por el Sistema Nacional es mediocre, inútil y no se traduce en bienestar, lo cual es una visión por demás simplista. Para que se produzca conocimiento se necesita no solo un investigador brillante, sino un sistema que lo sustente. Pensemos en el futbol. Para generar cinco, diez, quince grandes futbolistas de nivel internacional se requiere un sistema que va desde fuerzas básicas y visores hasta una primera división profesionalizada. La mayoría de los jugadores nunca llegarán a destacar, pero eso no quiere decir que no jueguen futbol. Lo mismo sucede con los investigadores.

Si queremos conocimiento científico necesitamos un sistema, pero sobre todo se requiere que ese sistema sea lo más alejado posible al poder, que tenga independencia de gestión, que la evaluación sea entre pares y que no responda a los caprichos del gobierno en turno, sea del de Fox, Calderón, Peña Nieto o López Obrador.

Ideologizar la ciencia y el conocimiento adjetivándolos (neoliberal, participativo, comprometido, etcétera) mata el espíritu mismo el conocimiento. Entre más libre e independiente del poder sea el sistema de generación de conocimiento más posibilidades existen de que éste sea transformador. Quien genera el conocimiento no es responsable de qué se haga con él ni de quién lo use, ni siquiera de si ese conocimiento tendrá un uso en beneficio de alguien en específico; sus tiempos no son los del poder. Es el cúmulo de conocimiento generado desde la más amplia libertad lo que a la postre nos hará una nación más prospera y una sociedad más igualitaria, y libre. 

Entre más libre e independiente del poder sea el sistema de generación de conocimiento más posibilidades existen de que éste sea transformador
 

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