Viernes, 19 de Abril 2024

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Un pretexto para amar sin fronteras

Por: Martín Casillas de Alba

Un pretexto para amar sin fronteras

Un pretexto para amar sin fronteras

Con la biografía de Albert Camus pude confirmar lo que decía el maestro Greenblatt: “El arte siempre penetra en la persona a través de las fisuras existentes en su vida psíquica”, por eso marqué lo que me iba llamando la atención, asociándolo con alguna fisura o con algo que he pensado o sentido o deseado hacer alguna vez en mi vida, por ejemplo, cuando dice que… 

“Su pudor pudo haber sido la causa de que pareciera distinto a como nunca había sido: pretencioso”. (p. 67) Recuerdo cuando al terminar la presentación del libro Carta de creencia con ilustraciones de Arnaldo Coen y textos de Octavio Paz, que se llevó a cabo en la Zona Rosa, se me ocurrió invitar a los asistentes para que vinieran a mi casa, recién inaugurada en Tlalpan, al sur-sur de la ciudad. Por pena o pudor no invité a Octavio Paz y, por eso, creo que el poeta se imaginó que yo era “como nunca había sido”, o esta otra…

“El sol y el mar, fueron dos temas que siempre trató Camus en sus obras”. (p. 71) Descubrí el mar a los catorce años en Salagua, Manzanillo. Desde entonces, lo añoro como Camus lo añoraba como buen argelino. Ahí se sentía más cómodo que en ninguna otra ciudad. Hace tiempo íbamos seguido a Las Camelinas en Nuevo Vallarta y cuando llegaba, respiraba hondo y cantaba el poema de José Gorostiza:

¡El mar, el mar!

Dentro de mí lo siento.

Ya sólo de pensar 

en él, tan mío

tiene un sabor de sal mi pensamiento. 

O esto otro que decía Camus: “Me gustaría hablar solo de esas cosas de las que estoy más o menos seguro”. (p. 73) Cada vez estoy más consciente de lo que me falta conocer (“Sólo sé que no sé nada”, como decía Sócrates); así que me limito a lo que descubro y que luego lo escribo para ir entendiendo y estar “más o menos seguro”, o con esta otra…

“La definición de Bovarismo: la tendencia del hombre de verse a sí mismo otro del que realmente es, mintiéndose a sí mismo”. (p. 80) Hace mil años leí Madame Bovary y la disfruté mucho. Además de esa lectura, necesité diez años de psicoanálisis para dejar de mentirme a mí mismo. O…

“Ahora como antes, viajar le producía un miedo incierto… un deseo instintivo de regresar al refugio de sus viejos hábitos…” (p. 90) De joven me encantaba viajar. Ahora, cuando todavía no hemos tomado la carretera, ya extraño mi mesa de trabajo, el cafecito de la mañana, el sillón de lectura con la lámpara al lado y el libro que estoy leyendo con el que viajo por el tiempo y el espacio sin tener “miedo incierto”, o cuando…

“De estudiante contrastaba el sistema griego, en donde el hombre es la medida de todas las cosas, con lo supernatural del cristianismo”. (p. 109) En el invierno de 1964 salía a caminar temprano por la mañana por la Calle de la Selva Negra en Freiburg, i.Br., Alemania. Tenía 23 años de edad. Era invierno y estudiaba matemáticas aplicadas. Dejé que las ideas se acomodaran, como las variables de una ecuación de primer grado, de tal manera que, a partir de ese día hasta ahora, estoy seguro que “uno es la medida de todas las cosas”, o esta otra… 

Cuando Camus estuvo en Vicenza decía que “cada ser que me encuentro, cada olor de la calle, cada cosa es un pretexto para amar sin fronteras.” (p. 119) En ese caminar solitario entre la gente, como lo hacía en Nueva York, cuando veía pasar a la gente por la Quinta Avenida “tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida”, imaginaba que un día de estos podría amar sin fronteras… hasta que se cumplió.

Entonces, entendí que la lectura nos puede calar hasta los huesos, sobre todo, si tenemos la capacidad de vernos reflejados en uno de esos espejos, como el de Camus, para conocernos mejor y poder ser más felices.

malba99@yahoo.com

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