Se dice que la llamada Generación Zeta (Z), son aquellas personas que nacieron entre 1995/97 y el año 2010/12. Coloco espacio de rango entre años, porque no hay un consenso claro con respecto a sus inicios y límites de nacimiento, digamos entonces, que las personas de esta generación tienen hoy, entre 30 y 15 años. En torno a la Generación Z, se han creado una serie de prejuicios y estereotipos que resultan en ejercicios comparativos de vivencias de vida y cotidianeidad que siempre navegan entre lo que se vivió y lo que esta generación vive hoy. Entre el “qué poco aguantan” o el “con qué poquito se sienten”, se les ha estigmatizado y etiquetado como frágiles por no comprender que acostumbrarse a la desigualdad estructural en la que vivimos, es algo normalizado con lo que se debe de existir, pero no resistir. En medio del estreno de la película “Frankestein” de Guillermo del Toro, en una de sus tantas entrevistas sobre su creación, este enorme artista decía que el primer acto de transhumanismo de conciencia que cambia el mundo es el hecho de que todas las personas dependamos del teléfono celular. La Generación Z, nació y está creciendo en medio de esta época transhumanística que no necesariamente les define, sino que los somete a una redefinición constante. Y así, forman sus “capitales” (como decía Pierre Bourdieu), de una forma en la que las generaciones anteriores, no aprendimos a construirlos. Su consumo informativo, noticioso y su comprensión del poder, es completamente distinta a la de generaciones anteriores. La Generación Z, sí reflexiona sobre la desigualdad estructural, le genera desesperanza, rabia y tristeza, pero no le detiene. Su distinción, es que no concibe las vías institucionales tradicionales como una posibilidad de crecimiento y es así como las instituciones, les obligan a vivir desde la precariedad. Es desde esta obligación de vivir en la precariedad, que nosotros mismos les hemos puesto en riesgo y eso es algo que tenemos que asumir, las generaciones pasadas que hemos construido este mundo, les hemos obligado a buscar sus propias formas de salir de esa realidad, algunas legales y legítimas, algunas ilegales y riesgosas. Esta generación, sabe que el mundo que les hemos construido con nuestras acciones no es el que desean y toman sus propias decisiones, a veces movidos por la moda o por la influencia del mundo virtual, pero siempre construyendo desde sus identidades y creencias. Viven Clivajes (segmentaciones) que, desde su posición social y sus múltiples intersecciones, les enfrentan y les generan emociones diversas. Cuestionan, siempre, ese sentido del “esfuerzo y el mérito” que se rigió sobre la lógica de lo violento y lo natural. No habitan en un mundo binario, sino se alimentan desde su propio concepto de pluralidad. El reto de su salida al espacio público es la posibilidad de construir su propia forma de ciudadanía desde sus lógicas, sus memes, sus banderas, sus símbolos o sus múltiples identidades. La partidocracia, la industria de generadores de odio pagada por los Gobiernos (como la llama Sonia Serrano), así como los conocidos como “grupos de choque”, buscan a toda costa deslegitimarles. El reto es identificar, observar y reconocer; quiénes de los que se manifiestan hoy sí son Generación Z y el criterio NO es la edad, sino los anhelos y sus luchas. “One Piece” también puede ser intergeneracional. El movimiento de la Generación Z no puede ser enfrascado en un rango de edad porque eso es lo que quiere el poder. Convivir y comprender a la Generación Z, nos tiene que obligar a colocar en el centro la igualdad, la diversidad y la pluralidad. No estamos hablando solo de un rango de edad, sino de una nueva ideología y vivencias cotidianas que somos incapaces de comprender. A nosotros nos define el paradigma del pasado y nos hemos acostumbrado a la desigualdad, como si la desigualdad fuera destino, hemos aprendido a vivir el presente continuo sin imaginar el futuro. Hemos construido nuestra ciudadanía a golpe de lucha, de resistencia y de negación del estado. Particularmente, yo quiero ver quiénes son, cómo podemos hacer visibles a sus adversarios. Me emociona saber cómo pueden ser capaces de construir una nueva ciudadanía. En el fondo sé, que la Generación Z, sabrá resistir y encontrar su camino, aunque la polarización le ataque, aunque la institucionalidad le injurie, aunque la partidocracia le quiera atrapar. Ojalá que su salida al espacio público hoy tenga un buen destino. ierika.loyo@udg.mx