Viernes, 29 de Marzo 2024

Día de los Niños Héroes: Todo lo que debes de saber sobre el 13 de septiembre

Este 13 de septiembre se conmemora la batalla heroica de un grupo de jóvenes militares que lucharon para defender al país de los estadounidenses. Esta es la historia de los Niños Héroes de Chapultepec 

Por: Fausto Salcedo

Pintura de la época que retrata la batalla de Chapultepec. ESPECIAL/Gobierno de México

Pintura de la época que retrata la batalla de Chapultepec. ESPECIAL/Gobierno de México

El 13 de septiembre de 1847, el ejército de los Estados Unidos entró a la Ciudad de México para asestar el golpe final a las tensiones, pretextos y tejemanejes que habían iniciado exactamente un año y tres meses atrás, cuando el presidente James Polk le declaró la guerra a México. Las razones tras la invasión habían comenzado desde el momento en que las independencias se volvieron comunes en América Latina, y que contrastaron con la lógica expansionista de los norteamericanos.

No obstante, el caso particular de México era más urgente para los Estados Unidos. Su propósito grande era indiscutible: anexar a su territorio los estados de Nuevo México, la Alta California y otros territorios del norte del país, y que sus límites de la nación se extendieran a las costas de sus océanos equidistantes. Aquella odisea estaba encabezada por la figura del presidente James Polk, un demócrata de hueso colorado, y al que le bastaban los caprichos del destino manifiesto para trastocar naciones, derrocar gobiernos democráticos, instaurar dictadores sanguinarios, y desordenar  las naciones incipientes de América Latina. México no fue la excepción. Las tensiones internas del país, la ingobernabilidad acarreada desde el conflicto de Independencia, y las mismas condiciones que los estadounidenses propiciaron entre las sombras de su ajedrez terrible, precipitaron la situación a un conflicto inevitable.

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¿Por qué Estados Unidos invadió México? 

La bandera de los Estados Unidos ondeando sobre el Palacio Nacional tras la derrota de Chapultepec. ESPECIAL/Gobierno de México 

Bajo el panorama de tratados no cumplidos, fronteras irrisorias, y la piedra en el zapato de una Texas rebelde que se anexó a los Estados Unidos con aprobación inmediata de los norteamericanos, el gobierno de James Polk le hizo una oferta a México para comprar Alta California y Nuevo México por 15 millones de dólares. La tentativa fue rechazada. Los estadounidenses tan sólo buscaban un pretexto para levantarse en armas: la reticencia de México a vender su territorio desbarató a su vez las delicadas relaciones diplomáticas, y derivó en un conflicto innecesario el 25 de abril de 1846 en el norte del Río Bravo, entre las fuerzas de Mariano Arista y Zachary Taylor. Dieciséis días después, a casi 4 mil kilómetros de distancia, James Folk firmó desde los salones luminosos de la Casa Blanca un documento apresurado, pero concebido hasta en sus detalles más ínfimos, y le declaró la guerra a México.  

Fue desde siempre una guerra anunciada. A lo largo del año siguiente, el ejército de Estados Unidos fue ganando batallas consecutivas que lo acercaron sin remedio a la capital como una nube de tormenta. Las tropas mexicanas fueron derrotadas en San Ángel, Churubusco, Padierna, Molino del Rey, hasta que las huestes extranjeras rodearon el Colegio Militar de México, hoy Castillo de Chapultepec, desde cuya cumbre se ha contemplado desde siempre la región transparente de la Ciudad de México. Desde el interior del castillo, el tropel de cadetes adolescentes sólo podían resignarse a la idea de que la lucha era inevitable, mientras atestiguaban desde las ventanas y vitrales la inminencia de la guerra. 

El castillo de Chapultepec. ESPECIAL/Gobierno de México

Nuestro país, en la tormenta insoslayable de su situación interna, fue incapaz de unirse en un frente común para mitigar el avance extranjero. Facciones políticas, económicas y burocráticas, cuya influencia era decisiva, estaban a favor de la causa extranjera, y consideraban que lo mejor para México era anexarse bajo los designios de los Estados Unidos. Buena parte de la población civil se inclinaba también a las esperanzas de esta idea: México estaba dividido. Finalmente, la madrugada del 12 de septiembre, el ejército de Estados Unidos inició el bombardeo sobre el bosque y el castillo de Chapultepec. Cerca de 7 mil soldados estadounidenses avanzaron entre los ahuehuetes que se estremecían con la tensión del viento. 

¿Qué pasó el 13 de septiembre con los Niños Héroes?

El Castillo de Chapultepec estaba conformado casi en su totalidad por huestes de cadetes adolescentes en proceso de entrenamiento para unirse al ejército mexicano. Eran grupos juveniles, inexpertos, de los cuales los mayores no pasaban de los 20 años, y que no obstante, defendieron el castillo de Chapultepec con su vida. A la refriega se unió el batallón de San Blas, un cuerpo de infantería más maduro y definido, pero rebasado en número en comparación a los invasores. La batalla inició: cerca de ochocientos cadetes se enfrentaron cara a cara con un ejército de 7 mil hombres, mejor armado, mejor preparado, y más sanguinario.

El resultado de la contienda era previsible, y el Castillo de Chapultepec cedió al ataque extranjero. Los cadetes fueron masacrados.  Estados Unidos ocupó la Ciudad de México, y la bandera rojiazul de estrellas ondeó sobre el Palacio Nacional por cinco meses, hasta el 2 de febrero de 1848, cuando se firmó el infame tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que México perdió para siempre los territorios que hoy conforman los estados de California, Nevada, Utah y Nuevo México; las mayores partes de Arizona y Colorado, y partes de las actuales Oklahoma, Kansas, y Wyoming. 55% del territorio nacional se volvió parte del mapa de los Estados Unidos. 

¿Cuáles son los nombres de los Niños Héroes?

Los niños héroes, según la tradición histórica. ESPECIAL/Gobierno de México

Si bien fueron cientos de cadetes los que fallecieron en la batalla del 13 de septiembre, la tradición histórica rescata a seis personajes en particular: se trata del subteniente Juan de la Barrera y los cadetes Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez y Juan Escutia. Una precisión histórica es que no eran niños, sino adolescentes y adultos jóvenes en su proceso de entrenamiento para volverse parte del ejército mexicano. 

La figura de Juan Escutia es de las más polémicas, pues la narrativa nacional le confirió el relato mitológico de que se envolvió a sí mismo con la bandera mexicana, y que se lanzó al vacío de Chapultepec antes de que el lábaro patrio fuera ultrajado por la codicia de las manos extranjeras. Mucho se ha especulado si efectivamente estos seis héroes existieron, pero más allá del mito, lo cierto es que aquella madrugada cientos de adolescentes sin más experiencia que la de su valor dieron su vida por defender al país del avance extranjero, y es esta lucha la que se conmemora y que se quedó grabada para siempre en la memoria de México. 

Con información de Gobierno de México y Comisión Nacional de Derechos Humanos. 

FS

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