Lunes, 13 de Enero 2025

LO ÚLTIMO DE Cultura

La cercanía de Dios

La liturgia de hoy nos revela a Jesús como el Hijo de Dios en carne mortal, que busca al que está perdido y se solidariza con él

Por: Dinámica pastoral UNIVA

«También Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible». WIKIPEDIA/«Bautismo de Cristo», de Giovanni Battista Tiepolo

«También Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible». WIKIPEDIA/«Bautismo de Cristo», de Giovanni Battista Tiepolo

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA:

Is 40, 1-5. 9-11. 

«“Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados”.

Una voz clama: “Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán”. Así ha hablado la boca del Señor.

Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: “Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo.

El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará a su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres”».

SEGUNDA LECTURA:

Tit 2, 11-14; 3, 4-7.

«Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la irreligiosidad y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien. Al manifestarse la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor a los hombres, él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que nos regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios derramó abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador. Así, justificados por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice la esperanza de la vida eterna».

EVANGELIO:

Lc 3, 15-16. 21-22.

«En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.

Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”».

La cercanía de Dios

Continuamos avanzando en el tiempo litúrgico y con la fiesta del Bautismo del Señor damos por terminado el tiempo de la Navidad. Si el domingo pasado reflexionamos sobre la manifestación (Epifanía) del Señor como el Mesías Salvador de las naciones, el día de hoy la liturgia nos revela a Jesús como el Hijo de Dios en carne mortal.

Quienes se acercaban a recibir el bautismo de Juan, eran hombres que se reconocían pecadores, buscaban la conversión de sus pecados y alcanzar una mejor vida. ¿Qué tiene qué hacer Jesús en medio de ellos? ¿Limpiar sus pecados? No. El que Cristo esté ahí ya nos habla de la cercanía de Dios al hombre. Busca al que está perdido, se solidariza con quien se reconoce pecador poniéndose a un lado de él. Esto nos habla de su vocación: el servicio al hombre, al débil. Es una actitud que manifiesta humildad y que da pie a la revelación pública que hace el Padre sobre la filiación Divina de Jesús y la unción del Espíritu santo para la misión profética del Maestro. Es una buena oportunidad de considerar la necesidad de formarme en esa fila de hombres que se reconocen débiles, pecadores, pero que desean enormemente alcanzar el don de la conversión. Grata es la sorpresa de saber que en el signo de Cristo se revela su cercanía y su compasión.

En los primeros siglos de la cristiandad, el bautismo marcaba la culminación de un proceso de conversión y manifestaba el deseo de abrazar la fe cristiana. Hoy en día, una gran mayoría hemos sido bautizados sin ninguna decisión de nuestra parte. Esto pudiera traer como consecuencia la inconciencia del significado de nuestro bautismo. Por eso creo necesario redescubrir nuestra vocación bautismal en nuestros días.

Yendo más allá del rito bautismal, en el bautismo de Jesús se nos revela la acción amorosa del Padre, también nosotros somos hijos amados y predilectos de Dios; hemos sido ungidos, marcados por Dios con el sello indeleble de su Gracia que nos da la capacidad de ser hijos para poder amar, querer, sentir, ser justos, como hijos del Padre. Esta Gracia eterna desde nuestro bautismo, se va desarrollando y actualizando en cada momento en las realidades concretas con que nos encontramos.

Nuestra tarea es pasar del bautismo como rito al bautismo de la vida: ya no hay barreras entre lo divino y lo humano, por tanto, la vida y la misión cristiana es la de Jesús. Bautizados con su Espíritu formamos un pueblo de sacerdotes, profetas y reyes (unción crismal), ofreciéndonos, dando sentido, proponiéndole con nuestra vida y siendo cercanos con el prójimo.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones