El serbio Emir Kusturica pasó tres años conversando intermitentemente con el expresidente de Uruguay José Mujica para preparar “El Pepe, una vida suprema”, documental proyectado en Venecia y en el que lo presenta como alguien “supremo”, “único” e “inspirador”.Frente a los “deshonestos y corruptos” gobernantes socialistas que hay hoy, Mujica es “el único ejemplo en el mundo en el que un presidente puede inspirar, con toda su capacidad de comunicación” a un pueblo entero, el uruguayo, fue despedido entre lágrimas cuando abandonó su cargo.Fue precisamente la despedida de Mujica como presidente, con su famosa frase “No me voy, estoy llegando”, la que Kusturica utilizó para estructurar el documental, que gira alrededor de las conversaciones que mantuvieron, con el cineasta fumando un puro y el aún presidente bebiendo mate.Y de los testimonios de su mujer, Lucía Topolansky, y de los dos compañeros que compartieron con Mujica más de 12 años de cárcel por pertenecer al movimiento Tupamaro y luchar contra la dictadura militar -el que fuera ministro de defensa Eleuterio Fernández Huidobro, que falleció poco después de grabar su participación en el documental, y el escritor Mauricio Rosencof-. Un retrato favorable y sin aristas de un político que se ha convertido en un símbolo del socialismo y de la lucha a favor de la pobreza, en una figura que atrae apoyos desde su planteamiento de vida sencilla y sin lujos.