Desde que Grupo Orlegi tomó las riendas del Atlas en 2019, las decisiones de fichajes han tenido resultados mixtos. Aunque jugadores como Camilo Vargas, Julián Quiñones y Julio Furch fueron clave en el histórico bicampeonato, otros refuerzos extranjeros llegaron con grandes expectativas y se marcharon sin dejar huella.El caso más reciente es el de Augusto Solari, quien llegó en 2023 con la carga de un apellido importante en la historia rojinegra. Sin embargo, su rendimiento fue discreto, y su salida del club ocurrió casi en silencio. No es el único. Otros como el delantero ecuatoriano Jordy Caicedo y el defensor Germán Conti tampoco lograron justificar su contratación. Caicedo, por ejemplo, llegó con la misión de reforzar el ataque, pero sus actuaciones no estuvieron a la altura, y su paso por el equipo fue breve, hoy está en España.Más atrás en la historia reciente, jugadores como Mauricio Cuero y Manuel Balda, quienes arribaron con la promesa de ser soluciones en sus posiciones, terminaron siendo parte de una larga lista de refuerzos fallidos. Ignacio Malcorra y Franco Troyansky también integran este grupo, en el que la ilusión de la afición rápidamente se transformó en decepción.Atlas ha demostrado que, aunque algunos fichajes extranjeros pueden ser acertados, la evaluación y el seguimiento de los refuerzos necesitan ser más rigurosos para evitar repetir errores del pasado. La administración de Grupo Orlegi sigue buscando fórmulas para potenciar al equipo, pero los fracasos en la selección de jugadores dejan claro que no todos los fichajes cumplen con las expectativas.SV
