Incluir mantequilla en nuestra dieta no solamente vuelve a los platillos deliciosos y fáciles de cocinar, sino que también aumenta su valor nutricional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir entre 20 y 35 por ciento de grasas totales, de las que entre 6 y 11 por ciento deben ser polinsaturadas, entre 15 y 20 por ciento monoinsaturadas y menos de 10 por ciento grasas saturadas. Dicho esto, es importante considerar que las mantequillas proporcionan un contenido alto de grasas saturadas. Son una gran fuente de energía y cumplen funciones importantes, como la formación de las membranas celulares y el transporte de las vitaminas A, D, E y K. Por este motivo, es indispensable que los consumidores estemos informados acerca de la calidad y composición de las mantequillas que adquirimos, para asegurarnos de que estamos alimentándonos con lo mejor para satisfacer nuestras necesidades nutrimentales. En este sentido, en la edición de diciembre de 2017 de la Revista del Consumidor, el laboratorio de Profeco informó que ciertas marcas que se denominan mantequillas, usan indebidamente este término, ya que adicionan grasas vegetales no permitidas por la normatividad. Estas marcas son: Del mismo modo, recalcó el hecho de estar atentos con los productos imitación, pues pueden causar confusión al momento de comprar, especialmente si su presentación es ambigua. Este es el caso del producto “Estilo mantequilla pasteurizada sin sal CHEDRAUI D’ Calidad”, de 225 gramos, que adiciona grasa vegetal. Profeco recalca que NO es mantequilla como tal, pero es confuso porque en su presentación lo menciona en letras pequeñas, y eso puede llegar a confundir al consumidor.Según Profeco, las mantequillas reducidas en grasa no cumplen la especificación para mantequilla de 80 por ciento grasa de leche como mínimo. En especial, mencionó a los productos: No obstante, también aclaró que esto se vuelve un beneficio para las personas que desean consumir menos grasa. Recuerda siempre revisar el etiquetado de los alimentos que encuentras en el supermercado y, de ser necesario, consultar los estudios que se publican en la Revista del Consumidor para garantizar la calidad de los productos que entran en tu alacena. CM