El cine iberoamericano vivió una noche de celebraciones en el cierre del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, donde México y Brasil se posicionaron como los grandes protagonistas de la edición 51. Ayer, la cinematografía mexicana brilló gracias a las películas “Vainilla” y “Un mundo para mí”, mientras que Brasil celebró el Colón de Oro a la Mejor Película para “La mejor madre del mundo”.“Vainilla”, ópera prima de la directora y actriz mexicana Mayra Hermosillo, se llevó el Premio a la Mejor Dirección y el galardón a la Mejor Interpretación de Reparto para todo su elenco. La cinta, que se presenta por primera vez en España, ha recorrido un exitoso camino internacional: fue estrenada en la 82 edición del Festival de Venecia, donde ganó el premio al Mejor Guion en la sección Authors under 40, y ha estado seleccionada en festivales como Morelia y Adelaide.Hermosillo, emocionada al recibir los premios, agradeció a su equipo por haber sacado adelante la película pese a su “poca experiencia”, y enfatizó la importancia del trabajo colectivo y del respeto entre cineastas para crear historias que conecten con el público. “Me llevo el premio en mi corazón, y a Huelva por habernos invitado y haber visto algo en esta película”, dijo.Por su parte, “Un mundo para mí”, protagonizada también por Hermosillo junto a Andrés Delgado, conquistó el Premio del Público y el del Mejor Guion, otorgado por la Asociación de la Prensa de Huelva. El jurado destacó que la película logra “reflejar, a través de situaciones paralelas, el proceso de superación de una pareja ante las dudas y los prejuicios sociales surgidos tras el nacimiento de su bebé intersexual, provocando un debate inevitable”. La cinta ya había sido reconocida previamente en el Festival Mar de Plata, recibió el Global Vision Award en el Cinequest Festival de Estados Unidos y obtuvo la Mención Honorífica en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, consolidando a México como un referente en el cine que aborda temas sociales con sensibilidad y profundidad.Brasil no se quedó atrás en la celebración. La película “La mejor madre del mundo” obtuvo el Colón de Oro a la Mejor Película y el premio a la Mejor Interpretación Femenina para Shirley Cruz. La cinta, estrenada en la 75 edición de la Berlinale, narra la historia de Gal, una madre que transforma los reveses de su hogar en una trepidante aventura para proteger a sus hijos, enfrentando peligros con ingenio y valentía. La actuación de Shirley Cruz ha sido reconocida en varios festivales internacionales, incluyendo CineLatino de Toulouse y el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, consolidándola como una de las intérpretes más destacadas del cine brasileño actual.El jurado del festival también otorgó menciones especiales a otros destacados trabajos de Iberoamérica. La venezolana “Aún es de noche en Caracas”, dirigida por Mariana Rondón y Marité Ugás, recibió una Mención Especial por mostrar la resiliencia de Adelaida tras la muerte de su madre en medio de la convulsión política y social de Caracas en 2017. Por otro lado, el argentino Pedro Fontaine se llevó el premio a la Mejor Interpretación Masculina por su papel en “Los renacidos”, un thriller coproducido con España y Chile, elogiado por su originalidad y su capacidad de escapar de los clichés del género.El festival también reconoció la labor de cineastas españoles. Alberto Rodríguez fue premiado por la Mejor Dirección de una película española por “Los tigres”, mientras que el onubense Paco Ortiz recibió el galardón a la Mejor Dirección Andaluza por su documental “Antonio, el Bailarín de España”, evidenciando la riqueza de la producción cinematográfica local junto al impulso del cine iberoamericano.La edición número 51 del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva confirma la relevancia de México en la cinematografía regional y su capacidad para generar historias con impacto internacional. Los premios a “Vainilla” y “Un mundo para mí” no solo destacan el talento de Mayra Hermosillo, sino también la fuerza del cine mexicano contemporáneo, que combina sensibilidad, compromiso social y un talento emergente que no deja de sorprender.La participación brasileña y los reconocimientos a otras cinematografías iberoamericanas subrayan la diversidad y la riqueza de un festival que se consolida como uno de los referentes más importantes del cine de habla hispana y portuguesa en Europa.La ópera prima de la actriz y directora mexicana Mayra Hermosillo, “Vainilla”, surge como un proyecto profundamente femenino y colectivo que desafía las convenciones de la industria. La cinta narra la historia de una familia al borde de perder su hogar, contada desde la mirada de una niña, lo que permite construir un relato íntimo y sensible que reivindica la potencia de lo cotidiano.El rodaje estuvo marcado por la austeridad, la creatividad y un fuerte espíritu colaborativo. Gran parte del equipo -en producción, áreas creativas, elenco e incluso extras- estuvo conformado por mujeres.Ese entorno refuerza el valor simbólico de la película, no sólo por lo que cuenta, sino por la manera en que fue hecha. Antes de cada jornada se realizaba un ritual llamado “Círculo del Amor”: tres minutos en los que el equipo se tomaba de las manos, meditaba o intercambiaba un masaje de espalda, una pausa para recordar que “hacer cine es un privilegio”.En lo estético, “Vainilla” reúne una serie de desafíos: trabajo con niñas y niños, un elenco coral, locaciones de época, escenas en la playa y una logística que obliga a la coordinación constante. Pese a no provenir de familias relacionadas con el cine, el equipo logró sacar adelante el proyecto con ingenio y una red de apoyos que fue creciendo sobre la marcha.La relevancia de “Vainilla” se enmarca también en el contexto de la industria mexicana, donde apenas cuatro de cada diez proyectos son dirigidos por mujeres. Aunque la cifra ha crecido -pasó de 43 largometrajes en 2020 a 115 el año pasado-, la brecha persiste, y la película se suma así al impulso de una nueva generación de cineastas que buscan transformar el panorama.Narrativamente, la historia familiar transmite una tensión cercana y reconocible. La perspectiva infantil añade una capa de inocencia, descubrimiento y claridad emocional que permite abordar temas sensibles -pérdida, incertidumbre, solidaridad- sin caer en el melodrama. Su fuerza radica en convertir lo cotidiano en un espacio de reflexión y empatía.Realizada con recursos limitados, múltiples locaciones y un equipo mayoritariamente femenino, “Vainilla” es tanto una obra cinematográfica como un gesto de afirmación. Este tipo de proyectos apuntan hacia una nueva narrativa del cine mexicano contemporáneo: profesional, ambiciosa, socialmente consciente y, al mismo tiempo, dispuesta a explorar modelos más horizontales y colectivos de creación. La importancia de “Vainilla” trasciende la pantalla: invita a pensar cómo se hacen las películas, quiénes las hacen y en qué condiciones, mientras ofrece al público una historia cercana, emotiva y llena de significado.