En un mundo que constantemente nos exige controlarlo todo (nuestros resultados, emociones, relaciones y hasta el futuro incierto), la voz del académico Arthur C. Brooks surge como un anestésico.El experto de Harvard afirma que "la felicidad llega cuando te concentras en lo que puedes cambiar y te rindes ante lo que no".Según este profesor, la felicidad no reside en conseguir todo lo que queremos, sino en saber distinguir entre lo que podemos transformar y lo que debemos aprender a dejar ir.En una reciente conversación para el podcast de Rich Roll, Brooks articula una verdad que resuena con fuerza en tiempos de ansiedad colectiva: la clave del bienestar emocional no está en la conquista, sino en la aceptación. La vida, sugiere el académico, es una danza entre la voluntad firme y la rendición consciente, donde aprender a soltar es tan importante como aprender a actuar.Uno de los ejemplos más poderosos que Brooks ofrece es el de los recientes incendios forestales en Los Ángeles: en tales momentos, la prioridad es obrar: evacuar, proteger a los seres queridos, salvaguardar lo esencial.Una vez hecho todo lo humanamente posible, lo siguiente es entregarse a la incertidumbre del desenlace. Brooks subraya que es precisamente en esta rendición consciente donde empieza la paz.La tarea de criar se convierte en terreno fértil para aplicar este principio. Muchos padres se angustian por el futuro espiritual o moral de sus hijos, deseando controlar sus creencias, sus decisiones y su destino.El experto advierte que ese control es ilusorio. Lo que sí está en manos de los padres es el ejemplo que dan, pues los infantes aprenden más de lo que observan que de lo que se les impone. Cultivar la fe, el amor o los valores es un acto de presencia y autenticidad, no de imposición.Este equilibrio entre acción y aceptación cobra una dimensión especialmente conmovedora cuando Brooks habla del dolor y la pérdida. El sufrimiento, dice el profesional, es inevitable. Pero hay una salida inesperada del túnel del dolor: ayudar a otro.Estudios recientes en neurociencia respaldan esta idea, pues demuestran que el cerebro experimenta alivio emocional cuando se dedica a aliviar el sufrimiento ajeno. En lugar de girar en torno al propio dolor, dirigir la acción hacia la comunidad o la familia puede convertirse en una fuente renovada de sentido y consuelo.Rendirse, dice Brooks, implica una forma activa de aceptación, un soltar con conciencia que nos libera del gasto inútil de energía mental en lo que no está en nuestras manos. Al mismo tiempo, nos permite canalizar esa misma energía hacia lo que sí podemos cambiar: nuestras acciones, nuestras actitudes y nuestra forma de relacionarnos con los demás.Finalmente, la felicidad no es un estado que se alcanza por fuerza de voluntad o por planificación obsesiva, es más bien una sabiduría vital que consiste en saber dónde poner el esfuerzo y cuándo soltar el timón. Como diría la famosa oración de la serenidad, tan citada como pocas veces comprendida, necesitamos “valor para cambiar lo que podemos, serenidad para aceptar lo que no, y sabiduría para reconocer la diferencia”.Con información de National Geographic.* * * Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp * * *FF