Jueves, 02 de Mayo 2024
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Descanso con aroma a Tamarindo

Lujo y naturaleza se combinan a la perfección en la nueva joya hotelera de Costalegre

Por: Francisco González

La Mansión. Aquí se encuentra la recepción. Ofrece una de las mejores vistas que tiene el hotel. ESPECIAL/Four Seasons

La Mansión. Aquí se encuentra la recepción. Ofrece una de las mejores vistas que tiene el hotel. ESPECIAL/Four Seasons

Los viajes están construidos con memorias, algunas más duraderas, algunas más profundas. Casi puedo sentir el asombro nuevamente recorriendo mi rostro al observar por primera vez el Four Seasons Tamarindo. Recuerdo que trataba de “comerme” con la mirada todos los detalles de su arquitectura, combinación de piedra, madera y metal, todo integrado suavemente a los acantilados frente al mar. Recuerdo el azul del cielo, el intenso verdor de los alrededores. Y recuerdo el “bienvenido” apenas puse un pie adentro.

A veces usamos ese “bienvenido” de una forma casi mecánica, un saludo de protocolo que ha ido perdiendo su fondo, pero aquí fue diferente. Tras un viaje de poco más de 4 horas desde Guadalajara, todas las ideas que tenía sobre Four Seasons (FS) Tamarindo quedaron rebasadas. Más grande, más lujosos, con más detalles y sabores de los que concebí en la mente. 

Vista aérea. El hotel fue construido respetando cuidadosamente la geografía del lugar. ESPECIAL/Four Seasons

Entorno verde

Sobre la carretera 200, en el tramo que va de Manzanillo a Puerto Vallarta, está la desviación al FS Tamarindo. En la memoria de algunos viajeros y habitantes de la zona está el viejo hotel que antes ocupó la zona, pero de aquel queda el recuerdo y poco más.

La nueva propiedad llega con una filosofía primaria: Respetar el entorno. La reserva ecológica de mil 220 hectáreas guarda una inmensa riqueza en de vida vegetal y animal, misma que el hotel procura preservar al máximo. 

El hotel solamente abarca el 2% del total de la reserva, pero los huéspedes podrán explorarla gracias a las caminatas guiadas por biólogos y residentes, una experiencia que vale mucho la pena.

Aquí vale la pena hacer un alto y recalcar la palabra “experiencia”, porque eso es lo que realmente el hotel busca ofrecerle al huésped, más allá del descanso, es vivir y aventurarse a nuevas dinámicas que se conviertan en eternas compañeras del corazón.

La reserva es rica en mamíferos, insectos, aves y sobre todo vida vegetal. Vale la pena hacer una caminata diurna o nocturna para descubrir el por qué es tan importante preservarla. 

Un atardecer en Coyul. Este restaurante está abierto tanto para desayunos como cenas. ESPECIAL/Four Seasons

La mesa puesta

La gastronomía del hotel está íntimamente ligada a su entorno. Dentro de la reserva se encuentra Rancho Ortega, un espacio comandado por el director culinario del hotel, Nicolás Piatti. En el rancho de 14 hectáreas se siembra frutas, verduras; se crían cerdos, pollos, cabras y patos. También se producen hongos y se experimentan con los sabores, además de tener su propia máquina para hacer tortillas (de maíz azul, por cirto).

¿Por qué un rancho? “Porque un chef debe saber de dónde viene la materia prima con la que trabaja. No podemos concebir el cocinar sin entender el esfuerzo que hay detrás de cada ingrediente”, afirma Nicolás. 

Estas ganas de entender la tierra le dan un sabor todavía más espectacular a los restaurantes del hotel: Sal (mariscos), Nacho (taquero)  y Coyul (mexicana con un menú alimentado por la creatividad de Elena Reygadas, nombrada la mejor chef del mundo este año en el conteo de The World’s 50 Best). Los tres, como todo en el hotel, con una espectacular vista al Océano Pacífico y con menús que se adaptan a la temporada del año.

Visto el entorno y la cocina, es hora de descansar. Es hora de ir a las habitaciones.

Espectacular. Obra del despacho de diseño de interiores Uribe & Krayer. ESPECIAL/Four Seasons

El Paraíso

Son 157 habitaciones del hotel, 63 de las cuales son suites. Todas integradas al entorno, de espacios amplios e ideadas para el máximo confort. El colchón es suave como una nube y en la terraza encontrarás una pileta para refrescarte con el mar como único testigo. También hay una regadera externa si el día es caluroso y buscas más frescura en la ducha.

Si bien el FS es una cadena global, en Tamarindo buscan rendir tributo a México en cada detalle. Los muebles por ejemplo son en su mayoría de madera recuperada de parota, con decoración hecha por artesanos mexicanos (platones grabados, vasijas, canastas, enceres de piedra volcánica y barro negro).

Estos detalles en las habitaciones lo vemos en grande en todo el hotel. Levantado con madera, concreto, metal y piedra de la región, cada ángulo está pensado para ser una foto, algo que amarán los fans de Instagram. El diseño arquitectónico es obra de Víctor Legorreta y Mauricio Rocha, quienes con el paisajista Mario Schjetnan crearon un rincón que parece haber “brotado” de un sueño.

Levantado en terrazas, desde el nivel del mar hasta su punto más alto (la recepción, llamada también La Mansión), son 120 metros de altura los que tiene FS Tamarindo. La vista que se abre ante los ojos es espectacular, en especial en el ocaso, cuando el Sol ribetea de colores naranjas y púrpuras el firmamento.

Los viajes están construidos con memorias, algunas más duraderas, algunas más profundas. Four Seasons Tamarindo deja una en estas palabras. Un lugar donde el “bienvenido” suena más cálido y los atardeceres se sienten más largos.

ALISTA EL EQUIPAJE

Hospedaje y llegada

El resort se encuentra entre las localidades de Barra de Navidad y La Manzanilla, a unos 35 minutos en auto del Aeropuerto Internacional de Manzanillo. Reserva y descubre más en www.fourseasons.com/es/tamarindo

Suplemento Pasaporte

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