Delicadas y llamativas por sus tonalidades moradas, la jacaranda, derivada de la voz guaraní —hyakuã; que tiene perfume o huele bien—. Fue descrita por primera vez en el año de 1789 en el compendio de botánica Genera Plantarum. La intensidad de su pigmento surge gracias a las antocianinas que las componen y, pese a tratarse de una flor sin demasiados nutrientes, sus pétalos aportan beneficios en la prevención de enfermedades. Sí, sabemos que marzo no está a la vuelta de la esquina —que es la temporada del año en que florecen las jacarandas—, pero igual es posible conseguir sus flores secas en herbolarios y farmacias naturistas. Acorde al artículo "La flor de jacaranda: más allá de su uso ornamental", publicado en la Revista Digital Universitaria de la UNAM, la flor de jacaranda mejora la salud intestinal gracias a su alto contenido de prebióticos; previene enfermedades cardiovasculares, así como padecimientos como la obesidad y la diabetes; estimula el sistema inmunológico debido a sus propiedades antivirales.Además, de acuerdo con el sitio oficial de México Desconocido, el consumo de té de jacaranda, preparado mediante la infusión de sus flores, también ayuda a liberar toxinas gracias a su efecto diurético; disminuye malestares óseos y reumatológicos, aliviando dolores asociados, además, sirve como tratamiento para amibas cuando se mezcla con hierbabuena y relaja el sistema nervioso —debido a que su aroma tiene un efecto calmante—.La siguiente receta rinde para cuatro tazas de té de jacaranda. Considera que es importante mantenerlo en refrigeración si no se consume al momento.Para su preparación se tiene que vaciar el litro de agua en una olla y ponerla a fuego alto, dejar que hierva. Enjuagar muy bien las flores y agregarlas; bajar la flama a media y dejar en el fuego por 10 minutos más. Quitar la olla de la hornilla y dejar reposar durante tres minutos, después, colar el té y, si se prefiere, endulzarlo. Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp. AO