Viernes, 11 de Julio 2025
Estilo | Salud mental

¿Qué significa que una persona odie viajar, según la psicología?

Aunque pueda parecer extraño, existen personas que, incluso contando con tiempo y medios, no sienten el deseo de salir de su entorno cotidiano ni explorar otros lugares

Por: El Informador

Esta preferencia responde a rasgos psicológicos legítimos. CANVA

Esta preferencia responde a rasgos psicológicos legítimos. CANVA

Viajar se ha convertido en una actividad cada vez más accesible y popular. Para muchos, representa una fuente de placer, descubrimiento y desconexión. Sin embargo, no todas las personas comparten ese entusiasmo. Aunque parezca sorprendente, hay quienes, aun teniendo tiempo y recursos, simplemente no sienten atracción por salir de su entorno habitual. ¿Por qué ocurre esto?

Desde la psicología, existen varias explicaciones. Una de ellas se relaciona con la tendencia nativista, presente en quienes valoran la rutina, la estabilidad y lo familiar por encima de la novedad. Este perfil suele preferir lo conocido, evita los cambios bruscos y encuentra seguridad en su ambiente cotidiano.

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Además, el tipo de apego desarrollado en la infancia influye en la manera en que se perciben los desplazamientos. Personas que establecieron un apego inseguro con sus cuidadores suelen sentirse más ansiosas al alejarse de casa o enfrentarse a lo desconocido, lo cual puede reflejarse en su escaso interés por los viajes.

Otra variable importante es la tolerancia a la incertidumbre. Viajar implica imprevistos, diferencias culturales, cambios de idioma, nuevas dinámicas y cierta pérdida de control. Para algunos, esto es estimulante; para otros, puede ser estresante. Las personas con baja tolerancia suelen evitar situaciones que impliquen desorden o sorpresa, lo cual las lleva a rechazar la idea de viajar.

Por último, el rasgo de personalidad conocido como apertura a la experiencia también incide. Quienes puntúan bajo en este aspecto suelen ser más conservadores, menos curiosos y menos atraídos por contextos diferentes o desafiantes. Prefieren lo estructurado, lo familiar y las rutinas conocidas.

En definitiva, no hay nada de extraño ni incorrecto en quienes no disfrutan de los viajes. Esta preferencia responde a rasgos psicológicos legítimos. Si en algún momento desean aventurarse, les será útil planear con antelación, elegir destinos conocidos o contar con acompañamiento. Al final, viajar o no hacerlo es una opción personal, y ambas posturas merecen respeto. 

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