¿Y si Meade hubiera ganado las elecciones…? ¿O Anaya…? ¿O “El Bronco”…? ¿En qué condiciones estaríamos…? Nunca lo sabremos… Sí se tiene, en cambio, una idea de cómo se esperaba estar -el recuerdo de las expectativas, alimentadas por los discursos de la victoria electoral, hace 17 meses, y la toma de posesión, hace un año- cuando se admitió que en los comicios de julio de 2018 se expresó con toda nitidez la voluntad de la mayoría de los mexicanos, y cómo estamos hoy en día.La Luna de Miel ya quedó atrás. Un año es suficiente para bajarse de la nube de las ilusiones y poner los pies en el suelo. Además, en el caso, infinidad de sucesos han obligado a los mexicanos a reconocer que el que los circunda -y del que forman parte- no se parece tanto como seguramente querrían a El Mejor de los Mundos Posibles que se les prometieron en las campañas.Salvo prueba en contrario, hay consenso en dos rubros: la seguridad y la economía. En el primero, los cerca de 30 mil muertos en hechos violentos (“hechos aislados”, según los reportes oficiales) registrados de enero a octubre, y los notorios episodios de Michoacán (trece policías acribillados), Guerrero (quince presuntos delincuentes abatidos por soldados), Sonora (tres mujeres y seis niños asesinados por presuntos sicarios) y Coahuila (21 víctimas de una balacera entre policías y presuntos delincuentes, este fin de semana), justifican las notas reprobatorias de la generalidad de los analistas imparciales, y marchas como las realizadas ayer en varias ciudades del país. En el segundo, la arrebatada decisión -chapuceramente atribuida a “el pueblo bueno y sabio”- de tirar a la basura los miles de millones de pesos invertidos en la construcción del nuevo Aeropuerto de México, en Texcoco, y aferrarse al capricho de construir otro en Santa Lucía; la política paternalista de las dádivas, y los nulos avances -sólo promesas, promesas y más promesas- en materia de empleo, educación y salud, frenaron las inversiones y llevaron a la economía a la parálisis -para no hablar de “virtual recesión”, como dicen los expertos- en que se encuentra.Pedir, como se pidió ayer, “un año (de gracia) más” a la población para ver resultados, es volver a poner, a un palmo de los ojos y las narices -que no de los belfos- del burro, el manojo de alfalfa atado al palo, a manera de estímulo para que no se desanime… y siga caminando.