Si Claudia Sheinbaum fuera venezolana no sería presidenta del país. Esa joven dirigente estudiantil tan aguerrida hubiera sido ferozmente reprimida por el régimen, amenazada, varias veces detenida, retenida, secuestrada y ya más recientemente, encarcelada.Nunca hubiera sido secretaria del Medio Ambiente del político más importante de la oposición, porque si López Obrador fuera venezolano estaría preso, exiliado o muerto. No lo hubieran dejado llegar a jefe de Gobierno de la capital del país, mucho menos a presidente. Y ella no hubiera estado en su gabinete local, no hubiera podido conquistar una de las alcadías más relevantes de la capital ni hubiera contendido y ganado el Gobierno de la ciudad más importante del país.Claudia Sheinbaum no hubiera podido cerrar durante 47 días la plaza principal y la avenida más emblemática de la capital del país en protesta por un fraude electoral tras unos comicios donde la diferencia fue de 0.56%. No de 40 puntos porcentuales como la de Edmundo González contra Nicolás Maduro. No, sólo 0.56%. López Obrador hubiera sido orillado a salir del país y Claudia Sheinbaum a esconderse o refugiarse en alguna embajada.Durante 30 años, Claudia Sheinbaum fue opositora al Gobierno. Siendo dirigente juvenil de la oposición fue becada por el régimen para estudiar en una de las mejores universidades de Estados Unidos. Y pudo regresar. Nada le impidió participar en la fundación de dos partidos políticos opositores férreos: el PRD primero y Morena después. Durante los años que militó Sheinbaum en ambos partidos, éstos recibieron del presupuesto del Gobierno más de 24 mil millones de pesos para que desarrollaran sus actividades políticas y campañas. Conquistaron montones de diputaciones, senadurías, alcaldías, gubernaturas hasta llegar dos veces consecutivas a la Presidencia. La única ocasión que quisieron impedir que uno de sus candidatos estuviera en la boleta presidencial se levantó un reclamo social tan contundente que el Gobierno en turno se tuvo que echar para atrás. Así que en México, Claudia Sheinbaum pudo ser lo que quiso ser: secretaria, acaldesa, jefa de Gobierno, Presidenta de la República en elecciones internacionalmente avaladas como democráticas.Gracias a que México no es la Venezuela de Nicolás Maduro, gracias a que Claudia Sheinbaum no tuvo que enfrentar lo que María Corina Machado, hoy es Presidenta de México, la primera Presidenta con A.Cuando uno revisa la historia personal de la doctora Sheinbaum resulta incomprensible que el embajador de nuestro país se haya presentado a la toma de posesión de Nicolás Maduro a avalar un fraude electoral y la consolidación de una dictadura. No se entiende el silencio cómplice de la Presidenta de México ante el atropello a la democracia, las libertades y los derechos humanos que está sucediendo en Venezuela: tras consumarse la juramentación en Caracas, la Presidenta no dijo una sola palabra, no dedicó ni un segundo de su mañanera ni de su discurso en el Zócalo para hablar de Venezuela.¿No recuerda la Presidenta su propia historia política? ¿No es capaz de verse en el espejo de María Corina Machado y encontrarse? ¿No hay un rasgo de empatía? ¿Ni por espíritu opositor? ¿Ni por sororidad?Lo del Gobierno de México ante Maduro es una vergüenza.