Claudia también tiene “otros datos”
A mediados de diciembre del 2018, a sólo 16 días de haber tomado posesión como presidente de México, López Obrador anunció oficialmente la construcción del Tren Maya. En aquella ocasión emitió una frase, que era promesa y se convertiría en una gran mentira: “No se va a tirar un solo árbol”, agregando que “sino al contrario, serán sembradas un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables para así cuidar el medio ambiente…”.
Apenas se hizo el anuncio de la obra de 1,500 kilómetros y organizaciones no sólo de México, sino de todo el mundo, elevaron la voz y advirtieron de los daños ambientales que se provocarían. El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), Greenpeace y la Organización de Naciones Unidas (ONU) señalaron que el proyecto se iniciaba sin llevarse a cabo las Manifestaciones de Impacto Ambiental adecuadas, además de violar los derechos de muchas comunidades indígenas. Las denuncias, advertencias y recomendaciones llegaron a Palacio Nacional y se “desvanecieron en el aire”. Hubo “oídos sordos”, ignorándose lo que era obvio para los especialistas en la materia y las súplicas de los ambientalistas.
Pasó el tiempo, la obra se hizo y en algunas partes del recorrido, donde la naturaleza había esculpido un paisaje de belleza, cientos de columnas de acero fueron incrustadas en el ecosistema que quedó semidestruido en algunos cenotes, pozos de agua y configuraciones de piedra caliza; además, hoy 6,659 hectáreas de terreno han quedado deforestadas, que —como referencia— equivale casi a 10 veces el área que hoy ocupa el Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México y 20 veces más que el Central Park en Nueva York. Esta es la realidad.
Sin embargo, la otra “verdad” es la que expuso el domingo pasado la presidenta Claudia Sheinbaum, cuando en Chetumal, Quintana Roo, inauguró los tramos 6 y 7 que estaban pendientes —de Escárcega a Tulum—, cuando dijo que:
“El Tren Maya, contrario a lo que los adversarios de la transformación se dedicaron a divulgar, [demuestra] la factibilidad de hacer una obra mitigando sus impactos ambientales… Recordemos que el Tren Maya sorteó toda clase de amparos que no tenían sustento y sin violar ninguno se salió adelante. El Tren Maya nos muestra que cuando hay voluntad y entrega y él o la gobernante no se deja vencer frente a la calumnia y la mentira, las hazañas son posibles como la que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador”.
Que recuerde, nunca se puso en duda que se lograra “la hazaña” de construir una obra de esa naturaleza; lo que se cuestionaba era la falta de estudios para evitar en lo posible las consecuencias ambientales —que se ignoraron—, que se realizara en las cifras presupuestales programadas —costo 228 por ciento más— y en los tiempos adecuados para evitar apresuramientos —que han provocado fallas en la operación—.
Ah, pero la presidenta, todo parece indicar, también tiene sus “otros datos” y de paso pondera a quien realizó “la hazaña”.
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