Viernes, 29 de Marzo 2024
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Basura, una gestión en llamas

Por: Diego Petersen

Basura, una gestión en llamas

Basura, una gestión en llamas

Un nuevo incendio, ahora en el basurero de Laureles, nos hizo voltear nuevamente al cochinero que es el manejo de la basura en la Zona Metropolitana de Guadalajara. No hay mes que no tengamos una noticia de escándalo en torno a la gestión de los desechos sólidos. Lo que en otros lugares del mundo o incluso de México es una gestión que genera recursos, a los tapatíos nos cuesta un dineral por un servicio malo y con un alto costo ambiental.

Recoger y disponer de la basura es una obligación de los ayuntamientos. Cada uno tiene su historia y todas se remontan a los años noventa, cuando se privatizaron los servicios de recolección. Zapopan lo hizo con la empresa Arrow. Fue un fracaso. Tardaron años en revertir la concesión y hoy son los propios trabajadores, en un esquema de semiprivatización, quienes recogen y hacen la primera separación. El resultado ha sido bastante positivo, pues el incentivo está puesto en recoger la basura para hacer el esquilmo en beneficio del chofer del camión y de la disposición se encarga el ayuntamiento con empresas privadas.

Guadalajara es la historia inversa. La concesión la obtuvo la empresa Caabsa-Eagle. En un primer momento mejoró sustancialmente la recolección. El contrato de Caabsa ha ido evolucionando al pasar de la recolección al control del proceso completo. Los intereses de la concesionaria, junto a los intereses políticos a lo largo de los últimos 20 años han hecho de la basura un negocio político y para los ciudadanos un dolor de cabeza y un cochinero en todos sentidos.

Después de 30 años, los incentivos y los procesos están pervertidos. Guadalajara paga a Caabsa por tonelada de basura recogida y transportada. Más allá de lo poco confiable del sistema (la basura mojada pesa más) el último interesado en que los tapatíos produzcamos menos basura y generemos procesos de separación y reciclaje es la empresa concesionaria. Además, la concesión de Caabsa se amplió a otras áreas de la basura, hacia la disposición final, donde su negocio no está en la separación y reúso, sino en el arrastre y utilización de predios para tirar la basura sin ningún proceso que agregue valor, reduzca contaminantes y mucho menos que genere conciencia ambiental. Quien inició el incendio fue un agricultor, dice el Gobierno. Lo que no dice es que, si Caabsa hubiera hecho bien su trabajo, enterrando la basura como debe hacer en un relleno sanitario que es por lo que le pagamos, el incendio no hubiera ocurrido jamás.

Mala gestión, negociaciones en las que, por decirlo bonito, el interés no está puesto en la gestión ambiental y el servicio a la ciudadanía sino en el negocio de unos cuantos (que no es sólo la empresa concesionaria) tienen hoy al sistema de recolección y disposición de residuos sólidos al borde de una crisis. Los incendios, primero en Matatlán y ahora en Laureles, no son sino el resultado de una gestión en llamas.

diego.petersen@informador.com.mx

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