No ha tomado aún posesión del cargo como presidente de Estados Unidos y Donald Trump ya marca la agenda, no solo de su país sino de México. Las últimas semanas no se habla de otra cosa. La nota del discurso de los cien dias fue la respuesta de Claudia Sheinbaum a Trump. La política industrial presentada esta semana fue aplaudida, pero tomada con reservas porque no contempla el factor Trump. La política de seguridad del Gobierno mexicano, particularmente en lo que tiene que ver con el combate al crimen organizado, se decide en Estados Unidos y, ya lo dijo Marco Rubio, próximo secretario de Estado, depende directamente del presidente Trump declarar, o no, organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos. México, dice el Gobierno, se prepara para recibir migrantes, pero en realidad nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar la semana próxima.Si alguien debe tener claro qué significa poner la agenda es el Gobierno de Morena. El presidente López Obrador lo hizo en México durante seis años. Sheinbaum logró tener la agenda más o menos controlada los primeros meses de su Gobierno, entre otras cosas porque no había quién se la disputara: la oposición en México es incapaz de proponer una agenda, no digamos imponerla. Desde la llegada de Trump a la escena pública, el Gobierno de Sheinbaum no ha hecho sino reaccionar, algunas veces con más hígado que cabeza y en otras con un malogrado humor.A partir del lunes, Donald Trump tratará de hacer girar al mundo, y particularmente a México, en torno a él. El político troglodita viene reloaded. Lo que hizo con Peña o con López Obrador a quienes tuvo todo el tiempo contra las cuerdas, será poca cosa frente a la voluntad de control que tiene ahora. El Gobierno de Claudia Sheinbaum necesita una estrategia que vaya más allá de la reacción del día a día, de oponer ocurrencia contra ocurrencia, contestar con gracejadas los insultos.El aparato de comunicación de Morena fue excelente para imponer agenda, tanto con López Obrador como presidente como con Claudia Sheinbaum como candidata. La pregunta es si sabrán reaccionar cuando la agenda la pone otro. Por primera vez desde que llegaron al poder, los morenistas no tienen el monopolio de la enunciación. Peor aún, la enunciación viene desde el extranjero, donde no llegan los tentáculos del Gobierno mexicano.No solo se trata de responder en el tono correcto, e incluso de saber cuándo no responder a las provocaciones del próximo presidente de Estados Unidos, sino de construir una agenda que compita mediáticamente con Trump.Destrumpizar la agenda es hoy el gran reto político de Sheinbaum.diego.petersen@informador.com.mx