Lo previsible del resultado no le quita lo histórico. Por primera vez, después a de 50 rectores consecutivos, la Universidad de Guadalajara tendrá una mujer al frente. Los consejeros universitarios, por voluntad propia o por acuerdo cupular, decidieron que ella esté el frente de la segunda universidad del país, un suceso que en sí mismo hay que celebrar y aplaudir. Haiga sido como haiga sido, Karla Planter se impuso al pacto de machos con el que la universidad se ha manejado a lo largo de su historia.El gran riesgo para Karla Planter es sufrir el síndrome de Fox, un personaje cuya toma de posesión como presidente de la República fue tan relevante en sí a misma -sacar al PRI del poder después de 70 años- que todo lo que hizo después fue menor frente al gran acto inaugural de su gobierno. Vicente Fox fue menos mal presidente de lo que parece, sus números en seguridad y disminución de la pobreza, por citar dos datos esenciales, fueron mucho mejores que los de cualquier de los que le han seguido, López Obrador incluido, pero la expectativa era de su mandato mucho mayor. Algo similar le puede suceder a la primera rectora: el hecho simbólico de su llegada es tan potente que el reto es hacer algo que lo supere.Como rectora general Karla Planter tiene el reto de llevar a la Universidad de Guadalajara hacia una gobernabilidad democrática. Mantener la estabilidad política es fundamental; aumentar el nivel académico de la UdeG el gran reto y la gran demanda social. Nada será trascendente si se pierde la gobernabilidad y no romper el esquema machista será visto como un fracaso.Todos los factores de poder esperan algo distinto de la universidad. Los empresarios quieren egresados mejor preparados para los retos de la economía del siglo XXI, esto es, con más capacidades técnica y un mejor manejo de idiomas que a fin de cuentas se traduzca en mayor productividad. La clase política, en particular el grupo que hoy nos gobierna, quiere egresados más comprometidos con la transformación que ellos proponen; eso es lo que premian y también lo que exigen de las universidades. La sociedad en general espera que la universidad siga siendo un gran factor de movilidad social, que el esfuerzo familiar que significa tener a uno o varios miembros de la familia estudiando se traduzca en mejores condiciones de vida. Todos son igualmente válidos pero la universidad tiene su propio reto y misión: pensar. Pensar a Jalisco y pensar al país desde Jalisco.En síntesis, la nueva rectora de la UdeG tendrá que impulsar la libertad académica y el pensamiento libre en medio de una sociedad polarizada; generar el diálogo y propiciar la escucha (hoy tan pasada de moda); transformar a una universidad de mujeres y hombres acostumbrados al liderazgo unipersonal en una universidad cuya estabilidad no dependa de la fuerza del factótum sino de la inteligencia y diversidad de su comunidad. Vaya retos, Karla.