Andrés Manuel López Beltrán ya no quiere que le digan Andy. Dice que no le gusta el diminutivo, que son los malosos de la oposición quienes le regatean el nombre de su padre. Una oposición que, por cierto, no existe salvo cuando algún político de Morena de la llamada 4T necesita culpar a alguien.¿El nombre se tiene o se gana? Las dos cosas. Andy se llama Andrés Manuel, igual que su padre; sin embargo, está lejos de haberse ganado ese lugar. Para salir de ese falso debate, he aquí algunas razones para llamarle por el diminutivo.Andrés Manuel López Beltrán no ha hecho nada en su vida que no haya sido vivir a la sombra de su padre. Participó en la campaña de 2018 como coordinador de la zona centro, porque ahí lo puso su padre. Es el secretario general de Morena, porque así lo quiso su padre. Nunca en su vida ha hecho algo relevante que no sea lo que le asignó su padre. Su padre es Andrés Manuel; él es Andy.Andy es un junior en toda la extensión de la palabra. Su primera aparición pública en un acto partidista fue en una marcha de protesta a la que se presentó con unos tenis de lujo que terminaron siendo la nota. Desde su primera aparición en política dejó claro que, de pies a cabeza, era un niño fresa de la Ciudad de México. Su padre, por el contrario, era y es un controvertido luchador social y un animal político.La única experiencia política de Andy es en el partido. Nunca ha sido candidato ni ha tenido un puesto de responsabilidad en la administración pública. En el sexenio en que su padre fue Presidente, López Beltrán se distinguió por la creación de una red de tráfico de influencias en la que hizo negocios con sus amigos. Esa y no otra ha sido su única participación en el Gobierno (eso sí, no sabemos si la participación fue de 10, 15 o 20 por ciento).El problema de López Beltrán no es que la oposición lo llame Andy. Su verdadero problema es que los morenistas lo dejen de ver como un junior, porque hasta ahora ha sido eso y solo eso. Le dejaron la secretaría general del partido para que él construyera la estructura. Por eso le reclaman la falta de movilización en la elección judicial, y las derrotas en Durango y Veracruz. Sea o no el único culpable, sí es el único responsable.Ser hijo de su padre y tener el mismo nombre no basta para asegurar una candidatura a la Presidencia. Hoy por hoy no hay razón alguna para dejar de llamarlo Andy. No es una cuestión de edad, es de tamaño político.