Jueves, 27 de Junio 2024

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El Futuro que no fue

Por: Eugenio Ruiz Orozco

El Futuro que no fue

El Futuro que no fue

A punto de terminar el tsunami político que representaron las elecciones, es importante echarle un ojito a los resultados que arrojaron las urnas para reflexionar cómo y por qué los ciudadanos sufragaron en tal o en cual sentido. La primera conclusión a la que podríamos llegar es que los partidos políticos han dejado de representar, aspiracional e ideológicamente, a los electores. Invadidos y apropiados por dirigentes faltos de calidad moral y política, ajenos a los verdaderos problemas de los mexicanos, agrupados en cínicas e impúdicas coaliciones donde se mezclaron el agua y el aceite, perdieron la confianza de la sociedad. Segunda conclusión. Como es verdad explorada, el poder se reproduce desde el poder. Nada ilustra mejor esta afirmación que las palabras de Raúl Salinas de Gortari: “Te recuerdo, Luis Donaldo (Colosio), que las puertas del poder se abren desde dentro”. Una tercera conclusión es que los ciudadanos ejercieron su derecho, influenciados por la maquinaria de propagada política que dirigió López Obrador desde las “mañaneras”, su permanente visita a los Estados electoralmente claves del país y los subsidios a la pobreza. Cinco años de campaña rindieron sus frutos. Si a este listado agregamos la cooptación de cuadros políticos formados en los gobiernos anteriores, “chapulineo” y los enormes beneficios económicos recibidos por los dueños del capital, encontraremos algunas pistas para entender lo que pasó.

En lo local, hay un caso que llama la atención porque revela algunos datos de nuestra idiosincrasia, la propia, la jalisciense: el de Futuro. Futuro apareció en el escenario de Jalisco como una esperanza de renovación política. Liderado por Pedro Kumamoto y Susana de la Rosa, un grupo de estudiantes del ITESO ilusionó a nuestra sociedad a partir de una propuesta joven, fresca, con una visión actualizada de la realidad, limpia y ajena a los intereses políticos tradicionales. Futuro pudo haber cambiado la historia del Estado. ¿Por qué entonces están por desaparecer, cuando, hace algunos años, lograron casi un millón de votos?

Dos errores rompieron el encanto. Primero, su falta de experiencia política alteró la percepción de sus objetivos alcanzables. Siendo Zapopan su meta más asequible, optaron por buscar el Senado y desaprovecharon la oportunidad de crear una base electoral, disponiendo de los recursos que la administración provee. Segundo, sembrada la semilla de la ilusión, dejaron de regarla y, lejos de acercarse a sus electores, los abandonaron, soslayando que la política, por su alto contenido emocional, requiere proximidad. Finalmente, porque la realidad se impuso, aceptaron que la única vía para alcanzar el poder son los partidos, y registraron una marca con un nombre atractivo: Futuro. Los electores se sintieron desilusionados. El mensaje parecía contradecir sus propósitos originales, sin embargo, no perdieron su magia; la perdieron cuando se aliaron con aquellos a quienes no querían parecerse.

Fatalmente, ni Morena, con su fuerza arrolladora, pudo salvar a Futuro. El electorado, que se sintió traicionado, le retiró su confianza. La lección queda ahí para quien quiera aprenderla. En política, como en la vida, la congruencia es sustantiva y la confianza se entrega sólo una vez.

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