Es 1977, pasaron ocho años de la violenta muerte de Sharon Tate, a pesar de esa tragedia Roman Polanski continúa filmando; es el mes de febrero y el cineasta conoce a Susan Geimer y a su hija Samantha, de 14 años, surge el proyecto de hacer una serie de fotografías. En una de las sesiones, le administra una droga y la viola. Es denunciado, ante la inminencia de un juicio donde será condenado, Polanski huye y trata de llegar a un acuerdo.Durante décadas el cineasta adquiere, al lado de una obra fílmica que en ciertos momentos tiene el aliento de la maestría, la imagen más clara del depredador sexual impune. Es detenido en Suiza en el 2009, a petición de las autoridades norteamericanas que no han olvidado ese proceso pendiente. Es liberado después de una breve estancia en la cárcel y de un juicio que propicia que su nombre esté en el debate más agrio y mediático en torno al abuso sexual. La difusión de un nuevo testimonio de violación, parecido al de Samantha, coincide con el lanzamiento de su más reciente película: “El acusado y el espía”, que atiza al debate cuando la cineasta y jurado, en el Festival de Venecia, Lucrecia Martel comenta que no asistirá a la función para no aplaudirle a un “abusador”. Para la 45 edición de la entrega de los Premios Cesar, la película obtiene 12 nominaciones, empata en cantidad con “Los miserables” y estalla la protesta social más poderosa que enfrenta la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Francia, cuya mesa directiva renuncia.Quizás en el caso de la Academia el malestar adquiere nuevas dimensiones, sobre todo por la opacidad de los mecanismos con los cuáles se deciden qué películas son nominadas. La numeralia es demasiado contundente: sólo en una ocasión una cineasta —Tonie Marshall— ha obtenido el galardón de Mejor Directora por “La belleza de Venus”, exhibida en uno de los primeros Tour de Cine Francés. La estadística es reveladora, si a ello le sumamos el nombre de Agnès Varda es evidente que los criterios de la Academia francesa tienen un denso aroma patriarcal.La noche del viernes 28 de febrero, en plena ceremonia de entrega, el movimiento feminista genera una protesta masiva, la fuerza de la movilización provoca choques entre la policía y las mujeres, el affaire Polanski tiene una serie de repercusiones cuyo desenlace aún no podemos imaginar.