Viernes, 29 de Marzo 2024
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El expresionismo alemán

Por: Gerardo Salcedo

El expresionismo alemán

El expresionismo alemán

Los efectos de la Primera Guerra Mundial fueron radicales, dos imperios (el austrohúngaro y el ruso) colapsaron; de uno emerge un nuevo mapa político, con naciones que buscaban encontrar sus principales señas de identidad. En el corazón de esta búsqueda, un vasto grupo de creadores alemanes vive atrapado en las constantes insurrecciones que encarnan el deseo de la revolución, la creciente devastación económica que colapsa a la sociedad y el surgimiento de un sorprendente depredador urbano: el asesino serial.

Viven entre monstruos. Todos toman la decisión de contar su presente, su experiencia, pero no les interesa el registro realista, ni el acercamiento documental, lo que quieren narrar lo pueden narrar desde una perspectiva fantástica y es así como se inicia la filmación de las noches de un extraño asesino sometido a la voluntad de su creador: un hipnotista (“El gabinete del doctor Caligari”, Robert Wiene, 1920); la fragilidad de una criatura condenada a la eternidad y a destruir a las personas que desea (“Nosferatu”, Friedrich Wilhelm Murnau, 1922); el choque que ocurre entre los habitantes del submundo fabril y la élite que habita en los fastuosos rascacielos de la megaurbe (“Metrópolis”, Fritz Lang, 1927); ya en los momentos finales del movimiento estético se filma “M el Maldito” (Fritz Lang, 1931) que recupera la historia de Peter Kürten, conocido como el vampiro de Dusseldorf, uno de los dos asesinos seriales que sacude ese mundo en ruinas.

La dura crisis económica que envenena a la sociedad alemana no afecta a la producción de películas, mientras en los Estados Unidos las productoras de Hollywood dan sus primeros pasos, en Alemania la Ufa (estudio cinematográfico) apoya de una manera sustantiva las visiones de los protagonistas del movimiento; en “Caligari” los fastuosos escenarios dibujados son un poderoso universo visual; en “Nosferatu” cuentan con la extraña presencia de un actor insólito: Max Schreck quien da a su monstruo la paradoja de una poderosa fragilidad; en su momento “Metrópolis” es la producción más ambiciosa del cine alemán de esa década.

La gran lección del expresionismo es otra paradoja, sus relatos fantásticos son el mejor diagnóstico de los diferentes males que en su momento atacan de una manera extrema a la nación. Las imágenes expresionistas presagian el ascenso de un líder que los hipnotiza, cuyo violento discurso los subyuga y que promete un sueño que trascendería los tiempos, que elevaría a Alemania en la historia. Hoy, casi 100 años después, sabemos que el sueño que encarnó Adolf Hitler se convierte en una pesadilla. Las películas del expresionismo serán exhibidas en el Cineforo.

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