Viernes, 26 de Abril 2024

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En búsqueda de la felicidad

Por: Eugenio Ruiz Orozco

En búsqueda de la felicidad

En búsqueda de la felicidad

He estado pensando obsesivamente en el tema de la felicidad. La razón es sencilla: provengo de un mundo cierto, donde las cosas estaban definidas y cada quien tenía identificado el rol que jugaba en la vida. Hoy vivimos una realidad diferente, incierta; con la expansión de nuestros horizontes y opciones, podemos elegir múltiples caminos para alcanzar el éxito, la autorrealización o la felicidad. Ahora bien, partiendo del supuesto de que la felicidad es el fin último de nuestras vidas (Aristóteles), me preocupa, les comparto, que estemos caminando en sentido opuesto a ese objetivo. Existen muchas definiciones del concepto, les propongo la siguiente: la felicidad es un estado de ánimo transitorio, consecuencia de múltiples factores que van desde la bioquímica personal hasta el entorno social. La felicidad es, en síntesis, la coincidencia de nuestras aspiraciones con la realidad. Inciden en ella la situación económica individual y colectiva, la percepción de seguridad, la certidumbre en el futuro personal y familiar y todo aquello que abone a ese estado de armonía con la naturaleza, paz interior, salud plena, sueños, ilusiones e incluso fantasías.

Más allá de nuestras circunstancias individuales, el gobierno es constitucional, política y éticamente el responsable de crear las condiciones para que los habitantes de un país puedan acceder, mediante el esfuerzo, al fin último de nuestra especie. Eso se alcanza propiciando un entorno de libertad, respeto, seguridad jurídica y personal, es decir, actuando como padre amoroso que conduce a la sociedad con mano sabia por el difícil camino de la conciliación (qué bella palabra). El problema se presenta cuando la visión del responsable del gobierno apunta a otra dirección y, lejos de respetar la opinión de todos, se convierte en una facción que pretende perpetuarse en el poder. El resultado de la consulta de revocación de mandato, que ya debe estar circulando a través de los medios, generará respuestas y posicionamientos de sus protagonistas. Esperemos que sean las que México requiere en estos momentos y que las tensiones no vayan más allá de la confrontación verbal, de otra suerte, nos alejaremos de esa pretendida felicidad a la que todos aspiramos.

En el reducido espacio de cada persona, apliquémonos en la búsqueda de esa panacea. Recuperemos el sentido de la vida, retomemos la calle y reencontrémonos con nuestros viejos amigos, alejados por el fantasma de la pandemia. Hagamos nuevas amistades (les sugiero que sean jóvenes), llenemos de alegría nuestros corazones, cuidemos a las personas que amamos, volvamos a sentir el contacto de nuestras manos, que nuestros cuerpos se abracen con intensidad y nuestras bocas se encuentren nuevamente y que, unidos en la diversidad, volvamos a cantar el Himno de la Alegría. Hoy, más que nunca, necesitamos el uno de los demás y los demás no estarán completos mientras falte alguno. El camino de la felicidad no está exento de dificultades: alcanzarla requiere valor, tenacidad y conciencia. Digamos sí a la vida y al amor.

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