Domingo, 19 de Enero 2025

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Inicio de una nueva era

Por: Eugenio Ruiz Orozco

Inicio de una nueva era

Inicio de una nueva era

Hace algunos años, en una reunión con el gobernador Don Enrique Álvarez del Castillo y el entonces Presidente Miguel De la Madrid, próximo a entregar la estafeta, uno de los asistentes le preguntó a este cuál había sido la mayor dificultad que enfrentó su administración. Sin ambages, contestó que la relación con el Gobierno norteamericano. Este 20 de enero, Donald Trump será ungido como el presidente número 47 de los Estados Unidos de América. De la lista, que comprende desde George Washington hasta nuestros días, solo Grover Cleveland -a finales de 1800- fue reelecto con posterioridad a su primer período. Trump es el único presidente convicto, hasta ahora, que ocupará la Casa Blanca. Su vida, llena de escándalos, abusos de poder y creencias supremacistas, presagia un futuro poco halagador, sobre todo, cuando en el camino se ha encontrado, para hacer mancuerna, a Elon Musk, considerado el hombre más rico del mundo. Por cierto, las noticias dan cuenta de la aproximación de Musk a las corrientes más radicales (neofascistas) de Alemania para ofrecerles apoyo financiero. Mal asunto cuando se reúnen el poder político y el capital en su expresión más irracional.

No deja de ser preocupante que Trump presume tener 100 órdenes ejecutivas para firmar el primer día de su Gobierno, entre las que se encuentran algunas que nos afectan directamente. Es también preocupante que piense en gobernar por decreto u órdenes ejecutivas. Es una forma de evadir los controles constitucionales. Preocupa, además, la visión expansionista que anida en su cerebro; deslizar la idea de integrar a Canadá como Estado miembro de la Unión Americana, apropiarse de Groenlandia bajo el pretexto de garantizar la seguridad nacional, o cambiar el nombre del Golfo de México por “Golfo de América” parecería fuera de sentido. Sería revivir una nueva edición de la doctrina Monroe: “América para los americanos”, en la inteligencia de que los “americanos” son precisamente nuestros vecinos. La incertidumbre propiciada por las declaraciones de Trump presagia lo que puede venirse al hacer la revisión del Tratado de Libre Comercio (T-MEC).

El alud de reformas constitucionales iniciadas en el Gobierno de López Obrador, impulsadas ahora por quien parece más encargada de despacho que Presidenta, son antitéticas con las del “nuevo orden mundial” que parece promover el ahora huésped del inmueble ubicado en la avenida Pennsylvania 1600. Los conflictos que puede generar esta antinomia pueden ser, desde incómodos, hasta francamente disruptivos. Si a lo anterior agregamos la vinculación (real o supuesta) de las organizaciones criminales con las autoridades mexicanas y la ausencia de México en los foros internacionales junto a los gobiernos democráticos, el escenario se percibe ciertamente complicado.

El problema es que la convivencia con el país más poderoso del mundo es inevitable. Nuestras asimetrías con el mayor imperio de la historia no sólo son evidentes, sino insuperables, si queremos confrontarnos. No es construyendo muros, ni cavando zanjas como se logra hermanar a las naciones. Hoy, más que nunca, la diplomacia y la política tienen que imponerse, incluso, a la sinrazón del más fuerte.

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