Pensar en grande fue lo que llevó a Karla Planter a la Rectoría de la Universidad de Guadalajara. Después de dos siglos de historia, la máxima casa de estudios de Jalisco será dirigida por una mujer. El cambio llegó, como llegaron otros antes, casi parecería un triunfo anunciado. En el último año se ha roto un techo de cristal tras otro, lo que nos hace suponer que finalmente las instituciones del país están listas para el cambio; lo importante es que los ciudadanos que mantienen en pie a esas instituciones también lo crean.La rectora electa confía en el poder transformador de la educación, por ello la ruta de la periodista, investigadora y docente en la UdeG, está dirigida a una formación que brinde mayores posibilidades para el alumnado, con nuevas modalidades en los planes de estudio y nuevas formas de certificación.Pasar de la rectoría del CUAltos a la rectoría general de la Universidad es un gran cambio y un gran compromiso. Las cuentas entregadas en el centro universitario ubicado en Tepatitlán fueron favorables; su enfoque en la especialización de las áreas médicas y el emprendurismo, creando empresas a partir del trabajo interdisciplinario entre los estudiantes del campus, es una de las mayores aportaciones en su gestión, pero quizá la más destacable es su inquietud por mejorar la salud mental, pues una de sus mayores preocupaciones al llegar a Tepatitlán fue el alto índice de depresión y suicidios de la comunidad, de ahí que una de sus propuestas al aspirar a la rectoría general fue la creación de hospitales-escuela donde se brinde no sólo atención médica sino también psicológica y combatir un problema que se presenta en personas cada vez más jóvenes.Crear comunidad, una con mejores herramientas para el futuro, es uno de los grandes objetivos de Planter, quien llega a una universidad cada vez más grande y diversa, con desafíos mayores no sólo a nivel académico sino también cultural.La celebración de Planter Pérez luego del nombramiento como rectora electa no fue casualidad. Su imagen, con el Paraninfo como telón de fondo, bien pudo sacarse de la marcha del 8M de este año, pero no, con la camiseta morada bien puesta, ella y su equipo celebraron la llegada de una mujer a la rectoría, confiada hasta entonces sólo a los hombres y sobre todo a hombres de considerado perfil político. Esa imagen que dio la vuelta a las redes sociales -empezando por las suyas- refleja una de sus mayores inquietudes: intensificar el programa iniciado por el actual rector, Ricardo Villanueva, de cero tolerancia al acoso sexual o laboral, reforzando el Protocolo para la Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia de Género.Su diálogo con grupos feministas -de acuerdo a las propuestas presentadas en su candidatura- tiene la inquietud de “limpiar” el piso pegajoso y des-normalizar el comportamiento machista dentro y fuera de las aulas. Quizá con una visión de nuevas masculinidades se pueda generar una mejor comunidad no sólo universitaria, al final del día es educación y se lleva a todas partes.Las expectativas seguramente serán muy altas. Sucede con la alternancia en la política o cuando es una mujer quien cambia el esquema de las instituciones; sin embargo, la UdeG es una maquinaria que el Consejo General Universitario ha mantenido bien aceitada y con un rumbo claro desde hace tres décadas y ha visto en Planter una continuidad al trabajo realizado hasta ahora.Lo importante es averiguar qué hará memorable a la rectora: su enfoque para el crecimiento académico, su diálogo con la sociedad o su quehacer político, pues al final del día a partir de abril próximo velará por el desarrollo de una comunidad de más de 300 mil estudiantes.