En su libro No Trade Is Free, publicado el año pasado, Robert Lighthizer describe un cambio de paradigma en la política comercial estadounidense, enfocado en enfrentar a China como su principal competidor global. También narra los detalles de las negociaciones que llevaron a la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) entre 2017 y 2018. Esta visión adquiere relevancia estratégica en el presente, dado que Lighthizer ha sido propuesto por Donald Trump para regresar al frente de la oficina comercial de Estados Unidos.Conocido como un estratega de línea dura, Lighthizer representa el tipo de negociador con el que México, de confirmarse su nombramiento, deberá enfrentar futuras discusiones comerciales.Él fue el principal arquitecto de la “guerra comercial” durante la administración Trump, diseñando políticas como la imposición de aranceles y la renegociación de acuerdos internacionales para reequilibrar la balanza comercial. En su obra, plantea un enfoque de “realismo económico” que prioriza la seguridad nacional y la resiliencia económica frente a los ideales de globalización y eficiencia económica que han dominado las últimas décadas.Lighthizer argumenta que China opera bajo un modelo económico distorsionador: subsidiado por el Estado, con prácticas de control de mercado y apropiación forzada de propiedad intelectual. En su análisis, estas tácticas han permitido que China gane terreno de manera desleal, debilitando la base manufacturera estadounidense y consolidando su influencia global.Propone un enfoque combativo que incluye: La desvinculación de cadenas de suministro dependientes de China, particularmente en sectores estratégicos. El proteccionismo inteligente, mediante aranceles y cuotas que fortalezcan la competitividad de industrias clave. Inversiones internas en infraestructura y tecnología para garantizar la autosuficiencia económica.Para Lighthizer, la relación comercial con China no es solo un desafío económico, sino un enfrentamiento entre dos modelos opuestos: el capitalismo democrático y el autoritarismo estatal.Lighthizer dedica un análisis crítico al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), al que culpa de haber generado un desplazamiento masivo de empleos manufactureros hacia México, mientras beneficiaba principalmente a las grandes corporaciones estadounidenses. En su opinión, este acuerdo debilitó la base industrial de Estados Unidos y amplió las desigualdades económicas. El T-MEC, por el contrario, es presentado como una corrección necesaria. Lighthizer considera que este tratado equilibra la relación comercial entre los tres países a través de medidas clave como: Requisitos de contenido regional más estrictos: Se incrementó del 62.5% al 75% en productos automotrices, impulsando la fabricación dentro de la región.Cláusulas laborales avanzadas: México está obligado a garantizar la libertad sindical y aumentar los salarios en sectores clave, como el automotriz, lo que busca reducir las ventajas derivadas de costos laborales bajos. Protección a sectores estratégicos estadounidenses: Mejores condiciones para exportaciones agrícolas y farmacéuticas, como maíz y productos lácteos. Su enfoque es la protección de los trabajadores y no de las grandes compañías estadounidenses que se benefician de las asimetrías, por eso centra parte de su visión en los derechos de los trabajadores en las tres naciones.Aunque Lighthizer reconoce la importancia estratégica de México como vecino y socio comercial, su visión es pragmática. El T-MEC no es un acto de generosidad, sino una herramienta diseñada para limitar prácticas que considera desleales y nivelar las condiciones de competencia a favor de los trabajadores estadounidenses.Lighthizer identifica a América del Norte como un bloque económico clave para competir globalmente, especialmente contra China. En este contexto, México tiene una oportunidad única para fortalecer su base productiva, reducir la dependencia de insumos importados desde Asia y aumentar el contenido nacional en sus exportaciones y avanzar en integración regional: Coordinar políticas con Canadá y Estados Unidos para establecer cadenas de suministro más resilientes apostando por sectores de alta tecnología e industria avanzada que incrementen la competitividad nacional.El énfasis de Lighthizer en reducir el déficit comercial puede interpretarse como una presión, pero también como una oportunidad para que México redireccione sus exportaciones hacia productos con mayor valor añadido, aprovechando su proximidad geográfica y la integración logística con Estados Unidos.En No Trade Is Free, Lighthizer deja entrever un respeto estratégico hacia México y Canadá, reconociendo que la colaboración regional será indispensable para competir en un escenario global donde China sigue ganando terreno. Para México, entender esta visión no solo es clave para prepararse ante posibles negociaciones más rigurosas, sino también para posicionarse como un socio indispensable en el fortalecimiento del bloque norteamericano.En lugar de temer los cambios que este enfoque pueda traer, México debe asumirlos como una oportunidad para consolidar su posición en la región y convertirse en un actor clave en la reconfiguración de la economía global.luisernestosalomon@gmail.com