Por fuera de tiempo al presentarlo a 17 días de que acabe su gestión y por su inviabilidad tanto en la Cámara de Diputados como en el Congreso local, el “Plan F” del gobernador saliente de Jalisco, Enrique Alfaro, fue considerado por observadores y opositores desde una “fantasía fiscal” hasta sólo un desplante más de “politiquería”.El paquete de reformas firmado el martes pasado por el gobernador en Palacio de Gobierno, rodeado de las y los legisladores emecistas locales y federales, para presentarlo luego en el Congreso local con la pretensión de que desde Jalisco se inicie “una cruzada” por el federalismo, diseñando una ruta jurídica para salir del Pacto Fiscal con la Federación y “blindar” los sistemas de salud y educación, por si el gobierno federal quiere “desmantelarlos”, fue bateado también por la Presidenta Claudia Sheinbaum ayer en su rueda de prensa mañanera. La Presidenta desestimó el llamado del gobernador a reconsiderar la relación fiscal entre la Federación y los Estados, por el sistema de subsidiariedad que debe existir en un País para hacer una distribución del erario que apoye a las regiones con mayores carencias. “Yo creo”, dijo, “que ya le corresponde al nuevo gobernador (Pablo Lemus), ¿no? Digo, él sigue siendo gobernador, no es nueva su propuesta, ya tiene mucho tiempo. Nosotros somos una República Federal y la Ley de Coordinación Fiscal tiene una virtud, sí es mejorable, pero hoy tiene una virtud (la subsidiariedad)”.El futuro gobernador de Jalisco deberá, pues, aprovechar y tomar la palabra a la Presidenta para buscar mayores recursos para Jalisco, con más neurona que testosterona, porque ya vimos en los seis años pasados que la ruta de la confrontación no nos llevó a ningún lado y más bien resultó contraproducente. El tema presupuestal fue abordado con fines políticos por Alfaro desde su fase de gobernador electo, cuando se propuso el paquete económico federal del 2019, como la ruta para mostrarse como el opositor número uno al entonces Presidente entrante, Andrés Manuel López Obrador. Los mismos reclamos de presupuestos con una “visión centralista” y manejados al “antojo” del gobierno amlista vinieron por el presupuesto del 2020 y del de 2021, cuando expresó “estoy listo para defender hasta donde tope a Jalisco y sus ciudadanos (…) ante un trato que pone en evidencia el profundo desprecio por los estados y municipios”, al buscar convertirse en el líder de los gobernadores de oposición a la 4T.Lo cierto es que los recursos de la Federación empezaron a fluir luego de la elección intermedia del 2021, cuando el propio Alfaro cambió el tono y reconoció al salir de una reunión en Palacio Nacional, que el encuentro había servido “para quitar tensión en la relación de la Federación con el Estado”, y calcular en al menos 30 mil millones de pesos los recursos solicitados que no habían llegado en esos primeros tres años para los proyectos estratégicos del estado.Ya cuando llegaron algunas partidas del gobierno federal para El Zapotillo y la Línea 4 del Tren Ligero, la administración alfarista ya había optado por contratar empréstitos millonarios en la banca privada y la firma de obras vía asociaciones público-privadas (APP) que dejarán un endeudamiento récord en Jalisco.El “Plan F” de Alfaro busca revivir aquel discurso de confrontación que nada bueno trajo a la entidad. Ojalá Lemus no caiga tan temprano en tentaciones de megalomanía política, que negocie y no confronte, y podamos así, de verdad, cambiar esta historia y lleguen los recursos federales oportunamente a Jalisco.