México es un país con una ubicación geopolítica envidiable. Es vecino de la principal potencia económica, política, cultural y militar sobre la faz de la tierra. Su posición central entre dos océanos le permite ver hacia el Oriente y establecer una relación productiva con el Indo-Pacífico, pero también le da oportunidad de gravitar geopolíticamente hacia Europa y África. El Caribe es nuestra tercera frontera y debemos aprovechar cada vez más el desarrollo futuro de esta zona. Finalmente, con Centroamérica y, a través de ella, tenemos un constante diálogo con el resto de América Latina.Ante esto, es preciso aprovechar de manera más inteligente nuestras alianzas estratégicas con el mundo.Al tiempo que debemos continuar negociando un tratado comercial con el resto de América del Norte, es buena idea -ante un mundo que parece abrazar ideologías autárquicas- modernizar nuestros acuerdos con otras regiones.Es verdad que México es el país con más acuerdos de libre comercio firmados en el planeta. Esto nos ha servido indudablemente para colocarnos entre las 15 mayores potencias económicas del mundo. No obstante, hay que dar pasos más decididos. En este sentido, la modernización del acuerdo de nuestro país con la Unión Europea, cuya negociación está prácticamente concluida, es una buena noticia.El antecedente es un acuerdo comercial que México y la Unión Europea suscribimos en el año 2000. Esto ha resultado ser beneficioso, pues nuestros intercambios comerciales llegaron a alcanzar 85 mil millones de euros y, en lo que respecta a los servicios, los 20 mil millones de euros. Así, nuestro comercio, en particular con naciones como España, Alemania y Francia, se vió grandemente acelerado. Al amparo de este tratado, nuestras naciones se beneficiaron fundamentalmente debido a reducciones arancelarias al comercio, aunque también se consideraron cláusulas democráticas y de respeto a los derechos humanos.Sin embargo, a raíz de que comenzó a ser claro que el tratado se estaba quedando atrás respecto a su potencial, en 2016 empezaron nuevas negociaciones para ponerlo al día.El nuevo tratado, por ejemplo, toma en cuenta fenómenos recientes como el comercio digital, enfoques de desarrollo sustentable y protección de datos. Otro aspecto relevante para nuestro país es que, a diferencia del tratado del año 2000, esta vez se ha negociado la disminución de barreras arancelarias en productos agrícolas, lo cual podrá redundar en un beneficio para nuestro sector agroindustrial.Aunque aún falta que las instancias correspondientes mexicanas y europeas realicen los procesos aprobatorios respectivos, se piensa que no habrá problema en su puesta en marcha en un plazo breve.Ahora bien, la consolidación del tratado llega en un momento a su vez delicado y estratégico para México y Europa. En efecto, el Gobierno estadounidense ha amenazado a ambas partes en aumentar aranceles y planea hacer más difícil el acceso a sus mercados. Quien se ha dado cuenta de la oportunidad existente es la ex canciller alemana, Angela Merkel, quien hace poco señaló la importancia estratégica de incrementar el comercio, las inversiones y las relaciones en general entre México y la Unión Europea, precisamente a la luz de la coyuntura propiciada por el cambio de Gobierno en Estados Unidos. La verdad sea dicha, habrá que realizar grandes esfuerzos aún después de la aprobación del tratado. En realidad, el grueso de las tareas apenas comenzará recién empiece a ponerse en marcha. A trabajar, entonces.