Martes, 01 de Abril 2025

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Mr. Trump, no fue ¿una negligencia?

Por: Daniel Rodríguez

Mr. Trump, no fue ¿una negligencia?

Mr. Trump, no fue ¿una negligencia?

El 3 de junio de 2016, Donald Trump —el aquel entonces candidato republicano a la presidencia— comentó en un mitin en San José, California, que su contrincante demócrata Hillary Clinton “tiene que ir a la cárcel; honestamente, es culpable como el infierno”, por haber utilizado un correo electrónico personal para enviar mensajes con información oficial cuando se desempeñaba como Secretaria de Estado —entre 2009 y 2013—, bajo el argumento que puso en riesgo la seguridad nacional de los Estados Unidos. Posteriormente, en junio de 2018 —ya como presidente— Trump criticó la decisión del FBI de no presentar cargos en contra de Hillary Clinton, acusando que “el sistema está amañado”, y reiterando que la ex secretaria de Estado había sido “muy negligente” en el manejo de la información clasificada.

En aquel entonces, Trump levantó la voz y señaló que es “muy, muy injusto. Como de costumbre, mal juicio”, recordando que el general retirado David Petraeus, ex director de la Agencia de Inteligencia (CIA), “se metió en problemas por mucho menos” cuando renunció a su cargo en noviembre de 2012 por divulgar información clasificada con su amante, Paula Broadwell, y ser condenado en abril de 2015 por una corte de Carolina del Norte a dos años de libertad vigilada y el pago de una multa de 100 mil dólares por filtrar secretos militares.

Hoy, 9 años más tarde de esos primeros comentarios, al presidente Trump se le presenta una situación similar, cuando en una sorprendente violación del protocolo de seguridad, altos funcionarios del gobierno estadounidense incluyeron por error a un periodista en un chat no clasificado de la plataforma de mensajería Signal, en que se divulgaron planes para bombardear Yemen, lo que sucedió el pasado 15 de marzo cuando se lanzó una ofensiva en contra el grupo insurgente hutíes.

El iniciador del chat fue el secretario de seguridad nacional, Mike Waltz, y se incluía, entre otros, al secretario de Defensa, Pete Hegseth, al secretario de Estado, Marco Rubio, y al vicepresidente, J.D. Vance. El periodista involucrado accidentalmente en el grupo fue Jeffrey Goldberg, jefe de redacción de la revista The Atlantic —que se publica desde hace 168 años—, quien reveló la conversación entre funcionarios públicamente en un artículo que tituló: “El gobierno de Trump me envió accidentalmente mensajes con sus planes de guerra”.

El grave error ha querido ser minimizado por el presidente Trump, diciendo que el desliz “resultó no ser grave… Mike Waltz ha aprendido la lección y es un buen hombre”. Mientras que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, en su cuenta de X escribió: “Sin nombres. Sin objetivos. Sin ubicaciones. Sin unidades. Sin rutas. Sin fuentes. Sin métodos. Y sin información clasificada. Esos son unos planes de guerra realmente de mierda”. Una respuesta muy al estilo de su jefe en la Casa Blanca, el refinado Donald Trump, el que por cierto dijo el miércoles que todo esto se trataba de una “cacería de brujas”, olvidándose hablar de “cárcel”, “negligencia” y no querer calificar como “culpables como el infierno” a sus propios colaboradores, subordinados o cómplices de su administración.

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