No son invisibles, pero pareciera que a su alrededor nadie los ve o hacen como si no existieran. Deambulan por las calles y avenidas, andan descalzos o cubiertos con apenas unos harapos; están ahí, en camellones, parques o puentes, que han hecho de su lugar para vivir… Son las personas en situación de calle y no siempre estuvieron así, alguna vez tuvieron un hogar y una familia.“Al preguntarles por qué dejaron la casa la mayoría fue por pleitos familiares: ‘es que me peleé con mi esposa y me corrió…’ ‘Es que mis papás me corrieron de la casa…’, ‘Es que donde yo vivía me quitaron la casa porque no tenía bien el trámite’”, me contó María, que trabaja en las brigadas que organizan los sistemas DIF para ayudar a las personas en situación de calle.Aunque las autoridades tienen identificados los puntos donde suelen pernoctar, no hay un censo ni cifras oficiales porque constantemente van de un lugar a otro; nunca están en un lugar fijo. Además de algunos indigentes también hay migrantes que se quedaron varados en la ciudad y ya no pudieron seguir su camino rumbo al Norte del país. De unos y otros, su situación es la misma: no tienen hogar ni redes de apoyo, sumado a problemas de drogadicción y en algunos casos padecimientos psiquiátricos, como esquizofrenia y psicosis.“A la mayoría les ofreces un albergue y te dice que no, yo creo que 1 de 100 te dice que sí, pero la mayoría que no. ¿Por qué? Porque en la calle circula droga a todo lo que da”, narra María que habló con varios de ellos, tratando de invitarlos a pernoctar en alguno de las casas de asistencia donde pueden recibirlos, lugares en los que pueden tomar una ducha y alimentos, y en los que se trabaja en su reinserción social. No todos aceptan.A María se le quedó muy grabado el caso de un jovencito de 24 años de edad, a quien se le murieron sus papás. Durante un tiempo lo cuidó su abuela, según le dijo, pero después lo echó de la casa y, como muchas otras personas en situación de calle, hoy no tiene a nadie a quien recurrir. “Ese chavito está todavía como rescatable, nomás le entra a la marihuana. Pero a la hora de ofrecerle albergue tampoco quiso”.Hay quienes han intentado regresar a casa, pero no los aceptaron porque tienen alto grado de alcoholismo o drogadicción, o porque necesitan atención psiquiátrica. Al final, la calle es su hogar.Instagram: vania.dedios